La botadura por Yolanda Díaz de la marca “Sumar” abre un nuevo escenario, pero en ningún caso más cómodo para la convivencia en el Gobierno. Al menos, eso aventuran los socialistas que se muestran expectantes ante la evolución de una plataforma aún etérea. Salvo por la propia figura de Díaz. Por eso, aguardan en la órbita del PSOE prudentes a conocer “qué va a ser” la vicepresidenta segunda, porque además han comprobado su alineamiento con Ione Belarra e Irene Montero al reclamar con vehemencia y diluida urgencia la convocatoria de la comisión de seguimiento del acuerdo de la coalición por el incremento del gasto militar.

El desafío de Yolanda Díaz a los designios de Pedro Sánchez fue recibido en privado con cajas destempladas por la facción socialista que viene gozando con las desavenencias en el seno de Unidas Podemos. Hasta el punto de revelar a COPE el discurrir habitual en los Consejos de Ministros: “Belarra y Montero no hablan con Yolanda Díaz y ella no las respeta”. Ante tal visión de parte, trazan claramente una línea divisoria después de haber optado la también titular de Trabajo por un cierre de filas con los morados en vísperas del lanzamiento de su movimiento, pero además ante la envergadura del fracaso del test del 19-J con el intento de unificar bajo las siglas Por Andalucía a la izquierda del PSOE.

Pero, ¿qué hará Díaz a partir de ahora? “Habrá que ir viéndolo”, admiten puertas adentro de La Moncloa. Sin existir temores por el futuro del Gabinete, ministros del PSOE están lejos de ignorar el salto cualitativo del lío y creen que la vicepresidenta seguirá desatada marcando territorio para contentar a la cuota morada. “Como tiene el enemigo en casa, va a sobreactuar en la pretensión de imponer su agenda. O hace piña con Podemos o la acabarán matando”, avisa intencionadamente el ala socialista. Así las cosas, La Moncloa está preparada para seguir minimizando los choques. “Normalizar las diferencias” lo llaman. Sin embargo, los bautizados como “ruidos” ahondan en el desgaste del Gobierno, según interpretan de manera mayoritaria, toda vez impiden que su acción llegue a la ciudadanía.

“Yolanda [Díaz] debería tener armado ya su espacio”, conceden desde las alturas de Ferraz. “Lo ha retrasado en demasía”, inciden. Todo proyecto necesita cohesión, estructura y tiempo. “Va tarde” y ello siendo conscientes de que, arrancada la hoja de ruta, los focos, las presiones, las tensiones, van a multiplicarse ante las dudas de sectores morados sobre el papel que jugarán en el proceso de refundación. Es, desde luego, interés del PSOE de que la operación le salga bien a Díaz para movilizar un perfil de electores “a la izquierda de nuestra izquierda” que nunca apoyarán a los socialistas, pero esenciales de cara a la suma para un futuro Ejecutivo. Incapaces de ver la viga en el ojo propio cuando vislumbran la paja en el ajeno, el análisis en las entrañas de la sede de Ferraz es que Yolanda Díaz debería llegar a un “12-14% del voto”.

El desasosiego socialista deriva de la actual debilidad del propio Sánchez (rondando el 25% de los sufragios con tendencia a la baja) para garantizarse una nueva coalición en 2023 en virtud de la suma entre el PSOE y el “espacio de Yolanda [Díaz]”. Esa es, en cualquier caso, la foto que todos los gurús de Pedro Sánchez añoran y querrían llevar consigo en la cartera.