Pedro Sánchez afronta en este curso su encrucijada más difícil. El desgaste de imagen junto a la sensación de desmoronamiento – provocado por las urnas andaluzas - han forzado un giro estratégico que le ha llevado al intento de rearmarse con la entrega a un discurso radicalizado dictado, según los gurús, por las “circunstancias”. En espera de que militantes y votantes del PSOE se reconozcan en la hoja de ruta del Presidente.

“No hay que perder la calma”, en palabras de estrechos colaboradores de Sánchez que tiene interiorizada la historia de sus siglas y pretende, salvando todas las diferencias, huir de errores atribuidos a José Luis Rodríguez Zapatero durante su gestión de la anterior crisis económica. Desaciertos que supusieron la ruptura con su identidad socialdemócrata y el consiguiente haraquiri electoral. “Sánchez no va a correr esa misma suerte”, deja caer su entorno al evocar aquella etapa. “Le han matado muchas veces y ha sobrevivido”, repiten.

La negrura del actual contexto, sin embargo, apunta una alta capacidad de asediar al gobernante. El ambiente difícilmente va a mejorar. Al contrario y ello ante una inflación fuera de control, los costes energéticos, la subida de hipotecas y las dificultades de las familias para llegar a fin de mes. Por si fuera insuficiente, en medio del examen final de las generales de diciembre de 2023, esperan las municipales y autonómicas de mayo. Conviene a quienes se jugarán su futuro dentro de ocho meses enfrentarse a su test electoral cada uno a su estilo, apoyados en el balance de su gestión, toda vez distintas federaciones admiten “el mal momento para el PSOE”.

Los auténticos protagonistas serán los candidatos a alcaldías y comunidades. Con sus propios mensajes. Para muchos, aunque les chirríe admitirlo, la presencia de Sánchez sobre el terreno resulta cuanto menos secundario. Ahora bien, existe una preocupación común entre barones, convertida en un clamor interno. Si en algo coinciden es en alertar contra el guirigay en el seno del Gobierno. Las tensiones en la coalición, el “ruido”, tal y como lo descodifican en los territorios, complican sacar pecho de la acción de Sánchez y de sus medidas. El lamento recorre toda la organización y Ferraz, admiten a COPE en sus alturas, ha tomado nota.

El núcleo duro del Presidente ha tratado de evitarse entrar al trapo con Unidas Podemos. Algo se ha intentado, siendo fuente de desencanto del electorado de izquierdas, sin demasiado éxito. Es más, asumen que los choques se multiplicarán los próximos meses y que Yolanda Díaz va a buscar “visibilizarse” con iniciativas como la de “la cesta de la compra”. El deseado reparto de papeles y de espacios para tratar de “ampliar el espacio” y garantizar una suma entre PSOE y UP hace aguas. En el estado mayor presidencial lo atribuyen al proyecto “excesivamente personalista” de la vicepresidenta segunda. Un golpe, por cierto, nada gratuito en vísperas de que Sánchez reúna el próximo sábado en Zaragoza a sus presidentes autonómicos y secretarios generales del partido en el Consejo Político Federal ante el ciclo electoral por delante.

Antes, este mismo lunes, Pedro Sánchez vuelve al Congreso de los Diputados con el objetivo principal de levantar el ánimo de sus parlamentarios y exigirles confianza, empuje y salir a la calle para dar la batalla, incluida la línea de acoso y derribo a Alberto Núñez Feijóo. Y es que la cúpula socialista pretende desmontar a un líder del PP capaz de ensanchar su espacio electoral mientras Sánchez ve achicarse el suyo. Con la maquinaria en marcha, según advierten desde Ferraz, “en ningún caso Feijóo podrá hacerse el muerto” para heredar el Poder en la próxima Legislatura.