JUICIO PROCÉS (Entrevista)
Melero: A traductor de chino no le piden sintonía ideológica con su cliente
Javier Melero recibió el encargo de defender al exconseller de Interior Joaquim Forn en el juicio de "procés" estando de vacaciones en Palermo y aceptó. Llevaba más de veinte años haciéndose cargo de la defensa penal de Convergència y nunca había visto como un problema no comulgar con su ideología.,Ahora tampoco. "La sintonía ideológica con el cliente no se le pide a ningún profesional, ni a los entrenadores personales, ni a los traductores de chino: ¿por qué a los abogado
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Javier Melero recibió el encargo de defender al exconseller de Interior Joaquim Forn en el juicio de "procés" estando de vacaciones en Palermo y aceptó. Llevaba más de veinte años haciéndose cargo de la defensa penal de Convergència y nunca había visto como un problema no comulgar con su ideología.
Ahora tampoco. "La sintonía ideológica con el cliente no se le pide a ningún profesional, ni a los entrenadores personales, ni a los traductores de chino: ¿por qué a los abogados sí?", afirma en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de "El encargo", libro en el que narra su experiencia en el juicio más mediático de las últimas décadas.
"El encargo era legítimo, la pretensión del cliente era razonable, y el entorno psicológico que rodea el caso no tenía nada que me generara rechazo; por tanto, lo acepté sin ningún problema".
Lo que sí desechó -y así se lo dijo a Forn- fue la estrategia de otras defensas centradas en denunciar lo que consideraban un juicio político y la falta de imparcialidad del tribunal.
Pero la sentencia que condena a 10 años y medio de cárcel a Forn, reconoce, le ha decepcionado. Ve "forzada" la interpretación de la sedición y se pregunta si un tribunal de esa categoría jurídica "se vio en la necesidad de apurar el Código Penal para moverse en la franja de pena que le que le parecía adecuada".
"Me queda un punto de duda, pero nada más", añade con exquisita elegancia un hombre que en el libro, como hizo durante el juicio, habla educadamente de todos los intervinientes sin escatimar punzantes descripciones de estilismo, como esa tendencia del exconseller Jordi Turull a "vestir como el vicesecretario general del Partido Comunista de Kazajistán" o las arrugas del traje de Quim Torra al inicio del juicio, "que sugerían que había hecho el viaje a Madrid en la bodega del avión".
No cree que le perjudicara la estrategia de las defensas más políticas, que, admite, "quizá tenga su viabilidad en el futuro". El futuro está en el Tribunal Constitucional y en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En su opinión, al ampliarse los márgenes del delito de sedición se puede interferir en el ejercicio de los derechos fundamentales de reunión y manifestación. Es lo que "el TEDH llama el efecto desaliento": se pueden imponer condenas, pero no si generan tal temor que disuadan del ejercicio de derechos fundamentales.
Como Amnistía Internacional, cree que "fue un juicio justo, pero que la sentencia ha sido injusta".
En "El encargo", editado por Ariel, Melero no esconde sus críticas a la situación que atraviesa Cataluña, su decepción con la clase política y la incomodidad que sintió al sumarse a la manifestación "unionista" de Barcelona tras el referéndum ilegal del 1-O.
"Yo creí necesario asistir porque me parecía importante dejar claro que, por mucho que tuviera la mayoría parlamentaria, los secesionistas no eran, como tanto les gustaba proclamar 'el pueblo de Cataluña', ni las calles eran solo suyas. Eso no quita que me sintiera desubicado por completo", relata en el libro.
Melero, que también defendió a Artur Mas y a Oriol Pujol, participó, de la mano de su amigo Arcadi Espada, en algunas de las reuniones fundacionales de Ciudadanos, pero la decepción con ese partido "y con el supuesto movimiento constitucionalista", afirma, viene ya desde hace años.
"El mensaje de la crispación, el lanzarse insultos y hablar desde posiciones maximalistas en las que solo hay verdades absolutas no nos puede llevar a nada bueno", advierte este penalista aficionado al boxeo, la literatura, el cine y la música.
Si no cambian los discursos, Melero cree que habrá "un problema enquistado durante generaciones; que también se puede vivir con él, pero bueno, algo más incómodo".
La incomodidad se percibe en ese guardia civil de Manresa que lamentaba en el juicio de que ya no quedaba a comer con el compañero de los Mossos, "pequeñas cosas" que "hacían que la convivencia civilizada fuera más agradable, y eso parece que se ha perdido".
Pero cree que se puede avanzar: "Quizá el problema grande, negro y viscoso no tenga solución, pero se puede subdividir en pequeños problemas e irlos resolviendo uno a uno".
Fiel a sus clientes, rechaza hablar del futuro de otros implicados en el "procés", como el fugado Carles Puigdemont, al que agradece que no interfiriese durante el juicio, o el mayor de los Mossos Josep Lluis Trapero, pendiente de juicio en la Audiencia Nacional.
Aunque asume que la sentencia del Supremo, que recoge la actitud pasiva, y hasta "vergonzante", de los Mossos, sitúa a Trapero en una situación "bastante comprometida". "No prejuzga lo que va a decir la Audiencia Nacional, pero es un poco de plomo en la sala, así de salida".