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Lorenzo Zabala Suinaga, 50 años del primer secuestro económico de ETA

El eibarrés, que falleció en diciembre de 2020 a los 93 años, se convirtió en el primer empresario secuestrado por la banda terrorista

Lorenzo Zabala Suinaga, 50 años del primer secuestro económico de ETA

Madrid

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El móvil recaudatorio como solución a sus problemas de financiación y el chantaje para conseguir la liberación o el acercamiento de los presos de ETA, asumido hoy con total impunidad por el Gobierno de Pedro Sánchez. Estos son los motivos que han estado detrás de los cerca de 90 secuestros que la banda terrorista llevó a cabo durante su larga historia criminal y que concentró entre los años 1976 y 1985 más del 80 por ciento de estas actuaciones terroristas.

El terrorismo nacionalista vasco también acudió al secuestro como mecanismo intimidatorio sobre aquellos empresarios que se mostraban reticentes a pagar la extorsión terrorista, el conocido como ‘impuesto revolucionario’. Hacerles vivir bajo la dictadura del terror sabiendo que llegado el momento podrían sufrir el doble castigo de tener que pagar un rescate y resistir al trauma insuperable de un secuestro.

El rapto de un alto directivo de una empresa era otra de las maneras que tenía ETA de influir en los conflictos laborales que tuvieron lugar en el País Vasco durante los años previos a la transición en España.

El 19 de enero de 1972, el eibarrés Lorenzo Zabala Suinaga, secretario del consejo de administración de Precicontrol, gerente de Motobic y director de Agria, inauguró la lista de industriales secuestrados por la banda terrorista. Un comando formado por cuatro etarras liderado por José Miguel Bañarán Ordeñana ‘Argala’, uno de los asesinos que participó en el atentado que le costó la vida al almirante Luis Carrero Blanco, le retuvo hasta un día como hoy de hace 50 años.

ETA, a través de un comunicado, se atribuyó el secuestro y amenazó con asesinar al empresario si en el plazo de cinco días no se cumplían las reivindicaciones de los trabajadores en huelga de Preincontrol, empresa de la que —como hemos indicado— Zabala era consejero.

Llegó a arrancar el volante del coche

“Eran las ocho en punto de la mañana. Justo estaba sonando la sirena de entrada…”. Es en este preciso momento en el que Pedro Jáuregui, jefe de personal de Motobic y testigo del secuestro terrorista, situó el ataque que terminaría saldándose con el secuestro de Lorenzo Zabala.

Sus declaraciones, recogidas por el diario ABC durante aquella mañana de enero en la localidad vizcaína de Abadiano, completaron la narrativa de un acto organizado con precisión milimétrica por los secuestradores etarras.

“La puerta de entrada a Motobic no estaba iluminada, pues habían apagado la luz a esa hora en que aún era de noche. Don Lorenzo Zabala había llegado en su coche, un Seat 124, de color crema, matrícula Bi-122687, cuando a su lado aparcó otro Seat 124, de color hueso, matrícula BI-148753, de donde salieron cuatro personas. Se dirigieron al coche del señor Zabala, con quien forcejearon antes de lograr sacarle. Se agarró al volante y no dejó de sonar el claxon. Con tanta fuerza que llegó a arrancarlo. Parece que para sacarlo del coche tuvieron que aplicarle un narcótico”. Zabala, que tenía entonces 44 años, fue trasladado con los ojos vendados e inmovilizado hasta el municipio vizcaíno de Mungia.

Lorenzo Zabala Suinaga, 50 años del primer secuestro económico de ETA


Consumado el secuestro, ETA publicó algunas de sus exigencias para su liberación. La readmisión de todos los trabajadores despedidos por Preincontrol, sin excepción alguna; el pago completo de las jornadas perdidas; un aumento de 137.900 pesetas mensuales a repartir entre los trabajadores a escala invertida; y el reconocimiento oficial de un Comité con derecho a participar en la gestión de la empresa, entre otras.

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La esposa de Lorenzo Zabala, Lorea Lasa, aseguró al citado diario que su marido “nunca había recibido ninguna amenaza” y que jamás “fue un hombre metido en asuntos políticos”. Pasadas las primeras horas tras el secuestro, la mujer del industrial se reunía con representantes de trabajadores y de la empresa para alcanzar un acuerdo que pusiera fin a la huelga y al cautiverio de su marido.

Lorenzo Zabala Suinaga fue liberado entre Otxandio y Urkiola, cerca de un pinar de la carretera que une Bilbao y Vitoria. Un camionero lo encontró deambulando por la calzada, desorientado y con un fuerte golpe en la cabeza. A raíz de su secuestro, el empresario eibarrés dimitiría como consejero de la empresa Preincontrol el 25 de enero de aquel 1972.

Un año más tarde, el 16 de enero de 1973, ETA utilizaría este mismo modus operandi para secuestrar en Iruñea al industrial Felipe Huarte en pleno conflicto laboral en Torfinasa. El asalto al constructor del ‘Valle de los Caídos’ se convirtió —de este modo— en el segundo secuestro de un empresario en la historia de la organización criminal y el primero del que los terroristas obtuvieron un rescate: 50 millones de las antiguas pesetas, además de la aceptación de las demandas de los obreros.

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