El Ministerio del Interior ha multiplicado por tres el numero de agentes destinados al cierre de la comunidad de Madrid y el mantenimiento de la seguridad si lo comparamos con el reciente puente de San José. La comunidad madrileña, junto con la balear, han sido las dos últimas en echar el cierre, completando así el mapa del confinamiento perimetral de cara a la Semana Santa. Al permitirse los desplazamientos dentro de cada Comunidad y estar una parte importante de la población de vacaciones, se prevé un incremento de la movilidad interior de cada región. Por ello, buena parte de los 64.000 policías y guardias civiles que despliega Interior se ocuparán también del establecimiento de controles de velocidad, alcohol o drogas.

Las nuevas restricciones de movilidad cuentan con excepciones que chocan y hasta desconciertan a algunos. También a los propios agentes que han de hacer cumplir las medidas. Manuel Pavón, agente de policía nacional en el aeropuerto mallorquín de Son San Joan y responsable del Sindicato Unificado de Policía, recuerda que ellos se encargan “del control de fronteras y seguridad ciudadana”. Por lo tanto, “a cualquier pasajero que llegue del espacio Schengen (franceses, alemanes, italianos, belgas...) no se le pide ningún tipo de documentación”. Es Sanidad y no Exterior la responsable de requerir la información sanitaria o las pruebas PCR. “Policía Nacional sólo da la cobertura necesaria para hacer cumplir ese requisito”, aclara Pavón sobre el trabajo policial en los aeropuertos.

“Es muy difícil hacer un control de todas las PCR en papel”, admite Mar Faraco, presidenta de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior. El viajero que llega por avión porta una declaración jurada de cumplir las normas anticovid e incluso si dispone o no de la preceptiva PCR. “De forma aleatoria, a la salida del vuelo, se te puede pedir que muestres la prueba. Si no la tienes pasarás a realizar una prueba de antígenos y se hará una propuesta de sanción”, dice la doctora.

El control se convierte por lo tanto en una lotería. Cada quince días se establece un listado de países a cuyos pasajeros se les exige de forma estricta un test de antígenos e incluso, en algunos casos, se les somete a una cuarentena. Son países con especial incidencia o con variantes de la cepa especialmente inquietantes como Brasil, Sudáfrica, Reino Unido, Peru...

En mitad del reforzamiento de los controles y el endurecimiento de las medidas sobre celebración de reuniones, incluso la apertura de bares y restaurantes, sorprende la llegada incesante de ciudadanos alemanes a destinos como las islas Baleares o de franceses a la ciudad de Madrid. En Baleares, eso sí, el gobierno autonómico ha establecido como obligatorio el doble control de los pasajeros. Por lo tanto, los turistas alemanes que aterrizan estos días han de mostrar inexorablemente una prueba PCR reciente.

Carlos Bahon, presidente de la Asociación de Policía Municipal Unificada, advierte que “estamos detectando últimamente la llegada de franceses que se están quedando a vivir en la capital de España”. Muchas de las fiestas que interviene la policía son precisamente las que organizan estos ciudadanos con asistencia de amigos y familiares que viajan a Madrid para celebrar reencuentros, cenas o comidas de no convivientes, cumpleaños, etc.

El representante sindical de la policía madrileña recuerda que “las propuestas de sanción que realizan los agentes a este tipo de viajeros son difíciles de cobrar, por no decir imposible”. Actualmente, se les está pidiendo que hagan constar su domicilio habitual de residencia, pero admite que “al tener el domicilio fuera de España va a ser muy difícil que esa multa se pueda ejecutar. De hecho -afirma Bahón- tenemos conocimiento de que se quiere llegar a un acuerdo con el consulado francés para hacerles llegar la multa a su residencia en el país vecino”.

El mejor control, insisten responsables policiales y sanitarios, es el sentido común del ciudadano y la restricción personal de los movimientos cuando se incrementan nuevamente los contagios. La doctora Mar Faraco recuerda: “El turismo por sí mismo aumenta la relajación en los comportamientos y por lo tanto el riesgo. Y no solo con el covid. No es el momento de hacerlo”.