Los españoles volvemos a las urnas y todas las encuestas vaticinan un panorama similar a las del 28 de abril. Ninguno de los dos bloques sumarían una mayoría estable para formar un Gobierno en los próximos cuatro años. Por ello, no son pocos los que consideran que la gran coalición entre el PSOE y el PP es la única alternativa posible.

Una posibilidad que los protagonistas descartan a día de hoy, cuando faltan menos de tres semanas para la celebración de los comicios. El PSOE ha sido el más tajante a la hora de desbaratar esta opción. Lo hizo la vicesecretaria general en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, que no obstante no descartó que se pudieran llegar a “acuerdos puntuales”.

Pese a las negociaciones fallidas con Unidas Podemos en la anterior Legislatura, que provocó esta repetición electoral, Lastra reconocía que continuaba siendo el socio preferente de los socialistas, al mantener “una agenda común”. De esta manera, desoía así la dirigente socialista la demanda de dos expresidentes del Ejecutivo, Felipe González y Mariano Rajoy, que en el Foro La Toja-Vínculo Atlántico confesaron que hubieran buscado ese acuerdo común tras la cita del 28 de abril.

En el PP por su parte son conscientes de que todas las encuestas les pronostican una importante subida, a la vez que apuntan a un importante descalabro de Ciudadanos, que ya no les pisaría los talones. Albert Rivera no podría, por tanto, alardear de ser el jefe de la oposición, y un reforzado Casado sería la única opción posible para desplazar a Sánchez.

Pero en la calle Génova no quieren ni oír hablar de la gran coalición para deshacer el bloqueo político. La teoría sigue siendo la misma que en abril: no a un pacto para la investidura, y sí a un pacto que permita que la legislatura vaya avanzando, llegando a acuerdos en los grandes temas de Estado.

La realidad de las urnas puede hacer cambiar esta opinión desde las dos partes. Si los populares están en clave de crecimiento, los sondeos no prevén una mejora en las expectativas electorales del PSOE, estancado en los 123 escaños. Por lo pronto, los socialistas reconocen que tendrán que tratar con el PP asuntos como la crisis territorial o una posible reforma de la Constitución.  

Aun así, los socialistas aseguran aspirar a gobernar en solitario, pese a descartar una victoria por mayoría absoluta, menos aún tras la irrupción de Más País, el partido de Íñigo Errejón, que a juicio de Ferraz únicamente llegan para sumar más lío dentro de la izquierda. De hecho, en el PSOE recuerdan que cuando Podemos tuvo oportunidad de pactar un Gobierno con Pedro Sánchez, Errejón fue uno de los que se posicionó en contra.

Una cosa es lo que se dice en campaña y otra lo que suceda después de acudir a las urnas, que podría conllevar a un cambio estratégico. Ya lo dijo Mariano Rajoy hace unas semanas en el acto donde coincidió con Felipe González, donde parafraseó a Churchill: “La mejor dieta para un político es comerse sus propias palabras”, y eso es lo que le puede tocar hacer a Pablo Casado si el único que puede sumar con el PSOE es el PP. Un gesto que serviría, creen en el PP, para que su líder destaque como figura de Estado.