"Prohibido ser actor" es lo que dijo su padre a Lucio Romero, pero este ya hacía gala de una rebeldía que ha mantenido durante sus más de sesenta años de carrera en la interpretación, que serán recogidos en un largometraje documental con este título dirigido por Kike Mesa.

"Creo que Lucio no se ha guardado nada. Tiene una memoria prodigiosa y es capaz de recordar todo lo que ha ocurrido en cada momento", ha afirmado Mesa, que ha presentado este viernes el tráiler de "Prohibido ser actor. Estereograma de Lucio Romero" en la sección Neocine del Festival de Málaga.

Ha explicado que es un trabajo "muy complejo" con el que pretende "innovar en el concepto de documental" y, sobre el trabajo con el protagonista durante el rodaje, ha desvelado que "lo mejor que sabe hacer Lucio, después de interpretar, es llevar la contraria".

Con música compuesta por Arturo Díez Boscovich, director musical del Teatro del Soho de Málaga, el documental tendrá una duración en torno a los noventa minutos, aunque de las sesenta horas de rodaje reunidas podría salir también una miniserie de tres capítulos, y Mesa espera poder presentarlo en el Festival de Málaga de 2022.

El propio Lucio Romero ha confesado, después de ver el tráiler, que se había sentido "muy viejo, con muchas arrugas y muchas manchas", algo que le pasa "por desobedecer", porque se negó a que le maquillaran, "por la pandemia", y a que le peinaran, y llevó al rodaje su propio peine.

"Sigo las instrucciones de mi querido maestro José Sazatornil, 'Saza', que me decía que nunca dijera los años que tenía. Tampoco hay que decir lo que se gana, ni la ideología política porque te vetan, y yo quiero trabajar con todo el mundo", ha asegurado el actor.

Su padre no quería que fuese actor "para que no pasase hambre, y en eso tenía razón", porque Romero admite que lo ha tenido "muy difícil" y ha sufrido "muchas calamidades".

Y es que trabajaba "como actor local en Málaga", donde su padre tenía una carnicería de la que comían "unas chuletas maravillosas", y sin embargo se fue a Madrid "a pasar hambre".

"Comía bocadillos de calamares cuando podía en la Plaza Mayor de Madrid, algunas veces un vaso de leche y otras me quedaba a dos velas", recuerda un Lucio Romero que subraya que está "en activo, nada de jubilado", porque tiene todavía "mucha cuerda".

"Salí de Málaga para hacer teatro, que es lo difícil. El cine es muy bonito, pero están los directores, que luego te cortan lo que les da la gana y me entra un cabreo tremendo", añade.

Pese a que no ha sido "un seductor", está orgulloso de haber trabajado "con los mejores", como Fernando Fernán Gómez, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Mary Carrillo o Irene Gutiérrez Caba, y de haber rodado en Italia "Marcelino, pan y vino" (1991), de Luigi Comencini, "gracias a Enrique Cerezo".

También recibió la llamada de Antonio Banderas para formar parte del reparto de su segunda película como director, "El camino de los ingleses" (2006).

Su otra gran faceta, al margen de la de actor, es la de coleccionista de carteles de cine, con unos fondos de más de 4.000 piezas y en la que mantiene "la misma ilusión" que cuando empezó".

"Despegaba los carteles de las calles subido a los hombros de un amigo", recuerda un Lucio Romero que se confiesa "un poco rebelde" y que no tiene dudas: "Otra vez que naciera volvería a ser actor".