HERMAN KOCH (Entrevista)
Koch: Quería analizar cómo maneja los celos un hombre con un cargo público
Tras convertirse en superventas con "La cena", el escritor holandés Herman Koch continúa escudriñando la burguesía europea en "Sospechas" (Salamandra), novela en la que, ha dicho, quería "analizar psicológicamente cómo maneja los celos un hombre que ostenta un cargo público".,Koch explica que el origen de la novela está en su intención de "escribir algo sobre una mujer, una esposa que tuviera una historia extramatrimonial", y pensó "si la presión era más grand
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Jose Oliva
Tras convertirse en superventas con "La cena", el escritor holandés Herman Koch continúa escudriñando la burguesía europea en "Sospechas" (Salamandra), novela en la que, ha dicho, quería "analizar psicológicamente cómo maneja los celos un hombre que ostenta un cargo público".
Koch explica que el origen de la novela está en su intención de "escribir algo sobre una mujer, una esposa que tuviera una historia extramatrimonial", y pensó "si la presión era más grande en el supuesto de que el marido fuera alguien público como un presidente, un rey o en este caso un alcalde".
El autor está movido además por su interés de "escribir una historia desde dentro del protagonista, escrita en primera persona y que ni él ni el lector supieran si realmente la mujer le estaba engañando o no", una opción que también dejó al propio Koch en la ignorancia: "Mientras escribía yo tampoco sabía si le estaba engañando".
El protagonista está inspirado, señala el autor, en "un alcalde de Ámsterdam que estuvo en 2014, 2015 y 2016 y que desgraciadamente murió hace un año, y un lector de la ciudad lo reconocerá fácilmente, porque era muy carismático, un bon vivant, con mucho sentido del humor", pero nunca tuvo la intención de hacer una sátira de él y, de hecho, reconoce, "no queda mal en el libro y pudo leer la novela poco antes de morir y le gustó".
Koch recuerda que Boris Johnson, entonces alcalde de Londres, dijo que "Ámsterdam era una ciudad sucia, guarra y que no recogía la basura, y como respuesta, el alcalde le espetó que al hablar de basura quizá se estaba refiriendo a los turistas británicos que venían a emborracharse e ir de putas".
El punto de partida de la novela es una sospecha movido por los celos: "El alcalde tiene miedo de que esto vaya a salir a la luz y casi prefiere que lo acusen de corrupción, de malversación de fondos o algo así, pero no de algo de su vida privada".
El alcalde, continúa Koch, piensa que tiene "la mujer ideal, una familia feliz y espera que la supuesta infidelidad no sea verdad, por eso no busca muchas pruebas".
Confiesa Koch que él mismo también acabó "paranoico" en el proceso de escritura del libro: "Tenía cada vez más la esperanza de que no hubiera tenido una historia con otro hombre, porque me acabaron gustando la mujer y el alcalde".
Utilizar la primera persona le permitió ahondar en la psicología del protagonista y si lo hubiera hecho con un narrador en tercera persona habría sido "menos claustrofóbico".
Esa claustrofobia se acrecienta porque "Ámsterdam es una ciudad pequeña en la que todo el mundo se conoce y donde cada vez menos la gente deja descorridas las cortinas" y Koch añade con ironía: "En el momento en que se cierra una cortina, una aventura puede aparecer".
"Sospechas" aborda otras subtramas como la eutanasia, el ecologismo, el veganismo o una cierta fobia a la proliferación desmesurada de molinos eólicos por toda Holanda que "han acabado con casi todas las vistas hacia el horizonte".
En cuanto al veganismo, que ve como "una moda", piensa que sus seguidores son "gente con poco sentido del humor y muy evangélicos".
Koch, que se expresa en perfecto castellano, ha vuelto este mes a Barcelona, donde vivió durante un tiempo -está casado con una extremeña que estudió en la ciudad- y donde su hijo estudia ahora.
Asegura no sentirse preocupado por las protestas de las últimas semanas: "Siempre estás más preocupado cuando estás lejos, pero aquí la gente toma una caña a dos manzanas de los disturbios".
Echa en falta que el presidente catalán Quim Torra "se hubiera dirigido expresamente a la gente que había perdido su coche quemado, simplemente diciéndoles que lo iba a investigar, pero ha preferido investigar a los mossos".
Le entristece que Torra "no sea el presidente de todos los catalanes y sólo hable como el de los independentistas" y le enfurece que la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, haya justificado que "la violencia tiene su parte positiva porque pone a la luz a nivel internacional la cuestión de Cataluña".
Considera que "la idea de imponer su ideología a todos es algo que, salvando las distancias, recuerda al fascismo".
No cree Koch que la decadencia de la burguesía que tanto describe en sus novelas esté en el origen del auge de la extrema derecha y del populismo en Europa: "Pienso que las causas están en gente muy descontenta, frustrada y con mucha rabia, que antes votaban a los comunistas y que ahora se sienten amenazados por la emigración".
Koch ha visto cómo su novela más emblemática, "La cena", inspirada en el caso real del asesinato de una mujer sin techo en un cajero automático de Barcelona, ha sido llevada al cine en tres ocasiones -él prefiere la italiana, "porque se alejó más del libro"- y hay planes para otras dos nuevas versiones, en Brasil y Corea del Sur, anuncia. Otra de sus novelas, "La casa de verano con piscina", está también muy avanzada su producción en Italia.
Ya ha escrito su siguiente novela, que aparecerá en enero en Holanda, "una historia más autobiográfica", que se desarrolla en parte en Finlandia, donde estuvo con 19 años trabajando de granjero.