El escándalo por la filtración masiva de datos de los usuarios de la red social Facebook, aún puede deparar muchas sorpresas. Los datos de cincuenta millones de usuarios obtenidos a través de Facebook por la sociedad Cambridge Analytics, están todavía en el aire y será muy difícil borrarlos de la inmensa red de Internet. De momento, lo que más preocupa es la influencia que la filtración ha podido tener en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y en la votación favorable al Brexit. Todo ello urdido por unos personajes que se han hecho millonarios con sus aplicaciones para conocer las identidades de los usuarios.

El escándalo ha sido favorecido por la complicidad de unos centenares de miles de usuarios que no tuvieron inconveniente en responder a un amplio cuestionario, supuestamente destinado a un estudio científico, en el que revelaban sus gustos personales e inclinaciones políticas a cambio de una simbólica remuneración económica. Los datos, cruzados con las relaciones de estas personas en Facebook, han permitido obtener una formidable radiografía sobre las preferencias de cincuenta millones de usuarios. Esto revela la vulnerabilidad de todos los que usamos las redes sociales, manipuladas por los “magos” de las nuevas tecnologías. Ahora tendrá que actuar la Justicia y quizás se planteen cambios legislativos. Pero también se impone una reflexión crítica sobre la cultura del mundo digital en el que estamos inmersos, sobre sus oportunidades y peligros.