La Conferencia Episcopal de Filipinas ha publicado un duro comunicado sobre la situación de este país, y en particular contra la denominada guerra anti-drogas que ha puesto en marcha el presidente Rodrigo Duterte. Los obispos responsabilizan a las autoridades civiles de haber instaurado un reino del terror y de la sensación de impunidad que se vive en el país, donde las miles de muertes causadas parece como si se consideraran normales y necesarias.Filipinas vive sumida en una gravísima situación, con problemas enquistados como la droga y la criminalidad que hunden sus raíces en causas como la pobreza, la destrucción de la familia o la corrupción sistémica de la sociedad. En medio de estas terribles circunstancias, el presidente Duterte ha emprendido una suerte de huida hacia adelante, sin reparar en cuanto dolor puede causar tratar de vencer al mal con el mal y entrando en una espiral de violencia, también verbal, en la que los obispos, que han osado alzar la voz y denunciar sus tropelías, han sido uno de sus primeros objetivos.Sus excesos verbales retratan a un presidente despótico que arremete con argumentos ad hominem contra quienes han puesto negro sobre blanco las contradicciones de su política en todos los niveles, que no hace sino agravar los problemas estructurales que ya sufre Filipinas.