Uno de los grandes problemas que van a quedar pendientes para la próxima legislatura, será sin duda el de la libertad de enseñanza y, dentro de ella, el futuro de los centros concertados. Desde que el PSOE asumió el gobierno en los años ochenta con el programa del “cambio”, el único sistema educativo que ha prevalecido en nuestro país, con sus retoques temporales, ha sido el concebido por el socialismo. Pese a los fracasos escolares registrados en estos largos años, los diferentes gobiernos que se han sucedido han tenido la sensibilidad suficiente para promover y mantener el sistema de conciertos con la enseñanza de iniciativa social, que tanto ha contribuido al pluralismo, a la calidad y al ahorro del Estado. Pero existe una razonable preocupación cara al futuro, ante la radicalización que muestra la izquierda en este campo. Un ejemplo son las asombrosas declaraciones de la consejera de enseñanza de Castilla La Mancha, donde gobierna el PSOE con el apoyo de Podemos, en las que se ha mostrado partidaria de la imposición de un modelo público de color “rojo”, que acabe con la libertad de enseñanza recogida en la Constitución. En este contexto, las Escuelas Católicas han hecho un oportuno llamamiento a todos los colegios concertado para defender unidos la educación católica como un bien social. Es momento de prepararse ante este desafío en el que serán los padres de familia los que asuman su responsabilidad en las nuevas elecciones que ya se avecinan.