Tenía 11 años cuando comenzó a escribir un blog en la BBC para denunciar esta situación, bajo el pseudónimo Gul Makai. Desde entonces, se puso en el punto de mira de los talibán. Los terroristas intentaron acabar con su vida, pero no lo consiguieron. Pocos pensaron que fuera a sobrevivir, pero lo ha logrado. Hoy en día vive en el Reino Unido, acude a la escuela y se ha convertido en un símbolo global. Este es un libro sobrecogedor. Es un relato de una familia, porque la historia de Malala no se puede entender sin saber de donde viene. De un padre, director de un colegio, valiente que llevó su hija a la escuela y la apoyó y alentó a denunciar la situación que padecía cuando llegaron los talibán. La escuela a la que acudía Malala fue creada por su padre, y para ella era un oasis. Se puede decir que ella creció en una escuela. Por eso, entre otras cosas, significaba tanto para ella. Sin embargo, todo cambió cuando los talibán se hicieron con el valle del Swat. Sobrecogedora y su historia y sobrecogedor el relato que hace de los asesinatos que cometían los talibán. Por la noche arrojaban los cuerpos en las plazas para advertir a la población. Y los motivos, pues desde que una mujer bailara hasta que entrara sola en un comercio. Y también a los hombres, por ejemplo, por no llevar el shalwar por encima del tobillo. El libro comienza con un prólogo escrito por Malala. “Soy de un país que nació a medianoche. Cuando estuve a punto de morir era poco después del mediodía. Hace un año salí de casa para ir a la escuela y no regresé”.