La política catalana vuelve a estar sacudida por un nuevo terremoto. En las últimas horas se han sucedido las reacciones a la encuesta publicada por el El Periódico que pronostica la victoria de ERC si se celebran en este momento elecciones. CiU se transforma en la segunda fuerza. Desde que Mas decidiera convocar elecciones anticipadas y utilizar el soberanismo como bandera no ha dejado de perder apoyo. Lo hizo para evitar el desgaste que suponía gestionar un gobierno en crisis. No ha evitado ese desgaste y además pierde el apoyo de los moderados que rechazan la independencia. ERC, que bajo el liderazgo de Oriol Junqueras ha conseguido cierto equilibrio, se beneficia de los errores de Mas. Todavía ayer Francesc Homs, el portavoz de la Generalitat, seguía invitando a los republicanos a integrarse en el Gobierno. No tienen motivo alguno para hacerlo. Desde fuera del Ejecutivo consiguen marcar los pasos de la agenda independentista y evitan cualquier tipo de erosión. El poder ya no está con quien lo ejerce formalmente. CiU tiene que hacer un cambio tanto en su agenda política como en su dirección. Mas y su apuesta en favor de la independencia le están provocando una pérdida de peso y un radicalismo hasta hace poco impensable.