Estos días pasados se ha celebrado en Roma un encuentro del Papa Francisco con el movimiento apostólico de Cursillos de Cristiandad, que celebraba en la capital eterna su Ultreya o asamblea europea. Este movimiento nació en España en los años cuarenta de la mano de un pequeño grupo de entusiastas seglares apoyados por el ya fallecido obispo Juan Hervás. Los Cursillos de Cristiandad siguen en pie, tan vivos como antaño aunque con nuevas estructuras, sin que haya variado lo esencial: la catequesis sobre los sacramentos y la proyección apostólica en la vida corriente con el lema invariable “De colores”. El Papa Francisco dijo a los cursillistas que están llamados a ayudar a otros a crecer en la fe como camino de felicidad personal. La “ultreya” europea celebrada en Roma ha dado ocasión a sus asistentes a manifestar sus testimonios de fe, como se hace en las reuniones parroquiales por todo el mundo en los encuentros periódicos de pequeños grupos que se animan a vivir la fe de manera comunitaria e individual. Les decía el Papa que es bello ayudar a todos, en especial a quienes les cuesta más vivir su propia fe dentro de esa gran familia que es la Iglesia, y que para ello, es necesario experimentar en primera persona la bondad y ternura de Dios. Esta experiencia la han vivido en España y en todo el mundo miles de cristianos, entre los que se encuentran políticos de diversos partidos y periodistas, pero también gentes sencillas de las más diversas profesiones. El Papa les ha pedido ahora que vayan siempre más allá, que no se cansen de salir siempre, para comunicar a los lejanos la luz del Evangelio.