El salario medio anual de los hombres es de 25.137 euros mientras que el de las mujeres se queda en 20.138. Se constata un retroceso en el camino hacia la igualdad.

Mismo trabajo.... menor sueldo

La brecha salarial en España ha empeorado por primera vez desde 2.017, las mujeres ganan un 20% menos que los hombres, y de manera figurada comparándoles con los hombres, es como si trabajasen 73 días al año gratis.

Observamos los sueldos medios y en números redondos la diferencia asciende a 5.000 euros. Según datos de Eurostat, la Oficina de Estadística de la Unión Europea, esta disparidad se calcula como la diferencia porcentual entre el salario bruto promedio por hora de los hombres y mujeres en un grupo demográfico determinado.

Mismo horario, misma responsabilidad o categoría laboral y menor sueldo. Pero no es el único desajuste.

La conciliación es mucho más complicada para las mujeres hasta tal punto que provoca un mayor porcentaje de contratos temporales, solicitudes de excedencias o jornadas reducidas.

El 84 % de los trabajadores que solicitan excedencias para atender a familiares son mujeres. Su dedicación al cuidado de mayores, niños o personas enfermas hace que se haya endurecido la divergencia.

El triple de mujeres a tiempo parcial

Los últimos datos de la EPA demuestran que el número de mujeres contratadas a tiempo parcial, triplica al de hombres. Si evaluamos la solicitud voluntaria de este tipo de contratos para el cuidado de personas a su cargo, la proporción se dispara.

Hay 352.400 mujeres en esa situación mientras que los hombres son 28.300 lo que quiere decir que por cada hombre que se ha acogido a esta modalidad laboral por cuestiones familiares hay más de 12 mujeres.

Desde la pandemia también se ha multiplicado por 12 la diferencia de los contratos temporales. En el último trimestre de 2019 había 27.700 mujeres más que hombres en contratación temporal, un año después, en el mismo periodo, habia 337.400.

Y la brecha se mantiene en los datos del paro. Nos remitimos a las cifras generales en las que sigue habiendo más mujeres, 1,6 millones frente a 1,1 millones de hombres, según las cifras del Ministerio de Trabajo y los Servicios Públicos de Empleo Estatal correspondientes a enero de 2024.

En la EPA se puede comprobar asimismo que en los matrimonios españoles ellas casi son el doble que ellos en las listas del paro: 621.400 frente a 379.100

No funcionan las políticas de Igualdad

Desde el Sindicato CSIF en un estudio sobre la brecha salarial reclaman un análisis y evaluación de este problema tanto en las administraciones públicas como en empresas privadas, con medidas específicas para fomentar la conciliación y la corresponsabilidad en el reparto de tareas.

La psicóloga y profesora de EAE Busines School, Catalina Payá, aboga por la creación de un observatorio de seguimiento del cumplimiento de las leyes, “no funcionan por sí solas, aunque haya una normativa está claro que si la mentalidad sigue siendo la misma en las personas, empresarios, gobernantes...., es difícil que se aplique la norma a menos que haya un observatorio que garantice su cumplimiento y para eso hay que tener voluntad”. “Si no ponemos los policías -explica a COPE- esto no va a funcionar”.

Desigualdad también en las administraciones públicas

Un estudio del sindicato CSIF revela que en las administraciones públicas, “un ámbito que debería ser ejemplar”, el salario medio de los hombres es de 33.931 euros, frente a los 31.268 euros de las mujeres (más de un 8 por ciento inferior).

"Según la EPA -dice el informe-, las cifras de inestabilidad en las administraciones son peores que en el sector privado. En concreto, el número de mujeres con contratos temporales es el doble que el de hombres, mientras que las mujeres con contratos a tiempo parcial son más del triple (152.900 mujeres frente a 42.400 hombres).

En el sector público “se producen desigualdades salariales injustificadas en conceptos como el complemento específico, de productividad, de carrera profesional horizontal”.

Cambio de mentalidad

Pero lo que verdaderamente va a ser efectivo es un cambio de paradigmas, de hábitos y de la forma de pensar de toda la sociedad. La pandemia hizo que diéramos un paso atrás, quedaron secuelas físicas y también psicológicas que ha hecho imperativo la necesidad de cuidados familiares y un rol más de las mujeres que de los hombres.

“No es suficiente imponer una norma hay que hacer un trabajo de base más cultural, concienciación de las ventajas que ofrece a toda la sociedad cambiar el paradigma de pensar que las mujeres deben seguir a cargo de la cultura del cuidado de la familias , es una responsabilidad compartida por todos los adultos que componen un hogar al margen del género”.

Se remite a la Premio Nobel de Economía, Claudia Goldin profesora del departamento de Economía de la Universidad de Harvard, que ha demostrado en un estudio global “que se tiende a valorar sobremanera a los empleados que están más tiempo en su puesto de trabajo y no necesariamente a los más productivos”.

Y esto perjudica claramente a las mujeres con el rol preferente de atención a las personas a su cargo “esto hace que si la mujer tiene que estar al cuidado de la familia y pedir horas para ello ya llevamos las de perder, es un estereotipo que nos desfavorece cuando no se han resuelto las cuestiones de conciliación. Creer en la conciliación y facilitarla es un refuerzo para la igualdad.

El síndrome del impostor

"Las primeras que “debemos cambiar la mentalidad somos nosotras”, asegura Payá. Como “coach” de varias directivas Catalina Payá destaca la importancia de confiar en las propias actitudes y combatir el “síndrome del impostor”, es la inseguridad de quienes creen que no merecen sus logros o que dudan de sus capacidades a pesar de sus éxitos. Hay que cambiar y romper con todos estos estereotipos de género y realizar una continuada y profunda labor educativa y social como “promover el acceso mayoritario de las mujeres a carreras científicas y técnica y “salirnos de las clásicas que tienen que ver con los cuidados, existe una sobre-representación de las mujeres en los sectores peor remunerados, educación o salud”.

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