El pueblo de Cuenca de 16 habitantes que esconde 'la Pompeya española': muy pocos lo conocen
Un mosaico de casi 300 metros cuadrados y siglos de historia salieron a la luz en 1984 de forma inesperada en la propiedad de José Luis Lledó Sandoval
Noheda | Detalle de pared y mosaico
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En 1984, la rutina de una jornada agrícola en una finca de Noheda, en el término municipal de Villar de Domingo García (Cuenca), se vio interrumpida por un hallazgo fortuito que cambiaría para siempre la historia de la arqueología en Castilla-La Mancha. Durante unas labores de labranza, José Luis Lledó Sandoval, propietario del terreno, observó que asomaba del suelo un fragmento de mosaico. Aquella visión fue solo la primera pista de un tesoro oculto durante siglos.
No fue hasta diciembre de 2005 cuando comenzaron las excavaciones de manera oficial, bajo la dirección del Instituto del Patrimonio Histórico de España. A lo largo de los años, los trabajos arqueológicos han ido desvelando la magnitud de la villa romana de Noheda: un complejo rural de época tardorromana que albergaba una lujosa residencia decorada con una fastuosidad digna de las grandes urbes del imperio.
Un mosaico único en el mundo romano occidental
La gran joya descubierta en el yacimiento es una sala tricora pavimentada con un mosaico figurativo monumental de 231 m², una de las superficies musivas más extensas conservadas en todo el ámbito romano occidental. Elaborado en su mayor parte con la técnica del opus vermiculatum, su grado de detalle y calidad artística ha sorprendido a expertos nacionales e internacionales.
Noheda | Vista general del triclinium
El programa iconográfico del mosaico incluye escenas mitológicas, teatrales y marinas. Entre ellas, destacan el mito de Pélope, episodios de la vida de Paris y Helena de Troya, un cortejo dionisíaco y representaciones teatrales con música y danza. Las imágenes se intercalan con paneles geométricos y vegetales, en una composición rica y armónica que da testimonio del alto poder adquisitivo de sus propietarios.
Las paredes de esta sala estaban además decoradas con mármoles de colores (opus sectile) y pintura mural, lo que indica que se trataba de una estancia de representación dentro de una residencia de élite. El conjunto ha sido datado en el siglo IV d.C., en plena decadencia del Imperio, lo que hace aún más significativo su grado de conservación.
Una villa romana con historia y controversia
Aunque los primeros indicios se conocían desde principios del siglo XX, la existencia de la villa romana de Noheda no atrajo la atención institucional hasta el hallazgo del mosaico. Los litigios por la propiedad de los terrenos y los desacuerdos entre administraciones retrasaron la apertura del yacimiento al público, que no se produjo hasta julio de 2019, casi 35 años después del descubrimiento inicial.
Noheda | Vista general de panel de mosaicos
El entorno arqueológico se encuentra junto al arroyo Chillarón, entre la carretera nacional N-320 y el cerro de la Cuesta de las Herrerías. Según los expertos, Noheda pudo ser conocida como Novata, por el nombre de una influyente familia de Segóbriga: los Octavii Novati. Durante la época andalusí, el topónimo derivaría en Nuwata y finalmente, en el actual Noheda.
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Además del espectacular mosaico, se han documentado restos de termas, canalizaciones, esculturas de mármol y pinturas murales, así como numerosos fragmentos de cerámica y mármoles decorativos. En el entorno, se han hallado indicios de otras estructuras aún por excavar, lo que sugiere que la villa era parte de un complejo rural mucho más extenso, cuya investigación continúa activa.
Con el paso de los años, la villa romana de Noheda se ha consolidado como uno de los yacimientos más sobresalientes del mundo romano tardío en la península ibérica. Su descubrimiento fue fortuito, pero su importancia es incuestionable: una ventana abierta a los lujos, costumbres y símbolos de estatus de una élite que, incluso en tiempos de decadencia, no renunció a la opulencia.