El origen de la diadema que Letizia llevó al altar y que Leonor podría heredar
Fue la elegida por doña Sofía y por doña Letizia en sus bodas, y ahora podría adornar la cabeza de la princesa Leonor. La diadema prusiana es una pieza cargada de historia, elegancia y tradición

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Diseñada en 1913 por los joyeros berlineses Robert y Louis Koch, la diadema prusiana es una de las joyas más emblemáticas del joyero real español. Confeccionada en platino y diamantes, su diseño combina una banda superior de hojas de laurel con una inferior decorada con la clásica greca helénica del meandro, símbolo de eternidad en la cultura griega. Ambas bandas están separadas por una hilera de barras verticales, en cuyo centro cuelga un diamante oscilante en forma de lágrima, que aporta un toque de movimiento y luz a la pieza.
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Esta joya de estilo neoclásico no solo es valiosa por sus materiales y diseño, sino por su intensa carga simbólica y su trayectoria a través de distintas casas reales. Fue un regalo de bodas del káiser Guillermo II y la emperatriz Victoria Augusta a su única hija, la princesa Victoria Luisa de Prusia, con motivo de su enlace con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover. Victoria Luisa la legó a su hija, Federica de Hannover, quien a su vez la lució en su pedida de mano con el futuro rey Pablo I de Grecia.
De Grecia a España: una tiara heredada con historia
Años después, Federica entregó la diadema a su primogénita, Sofía de Grecia, como regalo de bodas cuando se casó con el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón en 1962. Fue entonces cuando la joya recaló en España, iniciando una nueva etapa en su larga vida real.

En el siglo XXI, doña Letizia eligió la diadema prusiana para su boda con el príncipe Felipe, hoy rey Felipe VI, celebrada el 22 de mayo de 2004 en la catedral de la Almudena. Aquella fue la primera vez que la futura reina consorte lucía una tiara, y con esa elección no solo honraba a su suegra, sino que consolidaba el valor de una tradición que ha pasado de madres a hijas durante generaciones. Letizia ha llevado esta tiara en al menos trece ocasiones oficiales, tanto como princesa como reina.

A pesar de su popularidad, las infantas Elena y Cristina no optaron por esta pieza para sus respectivos enlaces. Elena eligió la diadema Marichalar y Cristina, la Floral. Sin embargo, la prusiana continúa siendo una de las favoritas en la Casa Real y ha sido vista con frecuencia en los grandes eventos de Zarzuela.
Leonor y el futuro de una joya simbólica
Hoy, todas las miradas están puestas en la princesa Leonor, heredera del trono, quien ya ha comenzado a representar a la monarquía en actos institucionales de gran relevancia. Se especula que, en su primer acto público con otras casas reales, podría elegir la tiara prusiana para continuar con la tradición familiar. Si bien la tiara Flor de Lis está reservada exclusivamente para las reinas, la prusiana forma parte de las joyas accesibles para las mujeres de la familia real con el consentimiento materno.

Por su estilo discreto y su fuerte valor simbólico, muchos apuntan a que Leonor podría estrenarse con esta diadema. Conocedora del significado que encierra cada pieza de joyería, la joven princesa estaría así reafirmando su papel como futura reina, portando en su cabeza una diadema que ha cruzado fronteras y épocas, desde la Alemania imperial a la monarquía española.
La diadema prusiana no solo adorna, sino que narra una historia de mujeres reales, de enlaces, herencias y símbolos. Una joya viajera que sigue escribiendo capítulos en la historia de la Corona.