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Muchas celebraciones hablan por sí solas. Hoy la Iglesia celebra La Exaltación de la Cruz, Fiesta del Señor que, cuando cae en domingo se convierte en Solemnidad que prima sobre la Liturgia del día correspondiente. Ella tiene luz propia cuando se celebra. Santa Elena había marchado a Los Santos Lugares para descubrir la Cruz del Señor. Para distinguirla de la que habían llevado los otros ladrones, coloca un enfermo en cada Cruz y en la que sana reconoce la señal de que Esa es en la que estuvo Cristo.
Es en el año 335, cuando se dedica la Basílica del Martyrion, mandada construir por el Emperador Constantino junto al Gólgota en Tierra Santa. El Emperador Heraclio la recupera porque los persas la habían arrebatado y la habían llevado a profanarla en su territorio.
Cuenta la historia que se la cargo para llevarla. Sin embargo no pudo con ella porque llevaba muchos ropajes encima. Se despojó de ellos y la pudo llevar sin problemas hasta la Basílica donde se iba a entronizar.
Ya en el Antiguo Testamento se prefigura la Cruz Salvadora cuando el Pueblo Elegido pide a Dios, a través de Moisés, que desaparezcan las serpientes venenosas que han matado a muchas personas. El guía de Israel, hará una serpiente bronce crucificada sobre un estandarte, mandado por Yavé para que quienes sean mordidos por los reptiles, con sólo mirarla quedarán sanos. Este pasaje será utilizado por Cristo cuando habla con Nicodemo, para recordarle que lo mismo que fue elevada la serpiente en el desierto, así deberá ser elevado el Hijo del Hombre sobre la tierra.
El propio Señor anunciará a sus discípulos su Pasión y Muerte por la que ha de pasar para llegar a la Resurrección y la Pascua Definitiva. El poder de Dios se muestra porque al ser levantado sobre la Cruz atraerá a todos hacia Él. El propio San Pablo recuerda que el Eje de nuestra predicación es Cristo Crucificado, por lo tanto, Exaltado para salvarnos a todos los hombres.