Santoral

La Virgen Milagrosa

El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina

La Santidad de vida pasa por el amor a María a la que pronto invocaremos como la Inmaculada Concepción y la Virgen del Adviento. Terminamos, precisamente, el mes de noviembre con una nueva celebración mariana: Nuestra Señora la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa.

Era el sábado 27 de noviembre de 1830, tras las Primeras Vísperas del Primer Domingo de Adviento de aquel año, cuando la Reina del Cielo se aparece en París a Santa Catalina Labouré, religiosa novicia perteneciente a las Hijas de la Caridad. Según cuenta el Padre Aladel, confesor de la vidente, a eso de la media tarde la Santa vio de repente a la Virgen, que estaba en una especie de globo terráqueo con un manto blanco y azul.

El santoral de hoy, sábado 27 de noviembre

Era la Advocación de María Inmaculada cuyo Dogma definiría Pío IX en el año 1854. De sus manos salían unos rayos de luz, y encima de ella se podía leer unas palabras escritas en oro: “¡Oh María sin pecado concebida! Ruega por nosotros que recurrimos a Vos, Jaculatoria que ha repetido desde entonces, incesantemente, el Pueblo de Dios.

Al mismo tiempo oyó una voz que pedía acuñar esa misma aparición en forma de Medalla para que cuantos la llevasen, obtuviesen gracias especiales. También pudo advertir al mirar hacia el retablo de la Capilla, la letra M, una Cruz y los Corazones de Jesús y María. Santa Catalina observó que de las manos de la Señora partian unos rayos, algunos de los cuales caían hacia el suelo más que otros.

Cuando Catalina le preguntó el motivo, Ella le dijo que esas eran Gracias que Dios, por su mediación, quería dar a los hombres. Sin embargo ya que algunos no se lo pedían no se la podía dar a la espera de que rezasen para obtener esos dones sobrenaturales. Esta aparición se repitió varias veces, dejando patente el encargo de la Madre de Dios.


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