SANTO 1 SEPTIEMBRE

El Santo que fortaleció a los peregrinos en su camino a Santiago

San Gil vino de Grecia a Francia y fue Abad de Monasterio.

Jesús Luis Sacristán García

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El efecto de San Benito como padre de los Monasterios de Occidente ha tenido sus frutos en grandes santos, unos más renombrados y otros no tanto, aunque lo importante es que se encuentran inscritos en el Libro de los Justos. El Santo de este primer día de septiembre y Domingo de la Semana XXII del Tiempo Ordinario hunde sus raíces en Grecia. Se trata de San Gil, un hombre que también se le llama Egidio (ese sería su nombre en griego) y que muestra una gran misericordia en su corazón. 

Sus padres son muy ricos, pero mueren y él tiene en su mente otros propósitos más allá de gestionar riquezas. Así que vende todo y se traslada a la zona de Provenza en el sur de Francia. Su idea está en orar y ser pobre para tener un tesoro en el cielo. Nos situamos entre los siglos VI y VII. La gente le tenía por un hombre bueno siempre preocupado por ayudar a los que sufrían.

Acudían muchos enfermos y eran curados. Los pobres no se iban sin un poco de comida, la suficiente para remediar su hambre. Y muchos hombres alejados de la Fe volvían a ella gracias a la sencillez de Gil. Cansado de la afluencia de tanta gente se adentra en el bosque pensando queiba a cumplir su misión. En ese camino descubre que debe dar un paso más, acercándose a la vida monástica. Entonces construye el Monasterio Saint-Gilles-du-Gard.

Dice la historia que probablemente fue Carlos Martel quien auspició ese Convento del que Giul sería el primer abad. Este centro fue muy importante en las rutas de Santiago y Roma, desde las raíces cristianas que han forjado la cultura y la razón de ser del Viejo Continente. Hasta su muerte ocurrida en el siglo VII, San Gil fue guía espiritual de muchos peregrinos.

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