San Saturnino de Tolosa, el santo que difundió el Evangelio en Navarra

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La zona pirenaiaca ha unido la Fe y ha derribado muros construyendo puentes de tal manera que el salto de Las Galias (y actualmente Francia) hacia nuestras tierras ha sido una constante. Los lazos culturales por proximidad se han dado pero también la unión en al Fe y la cultura cristiana.

Esta es la realidad de San Saturnino de Tolosa que la Iglesia nos presenta y que, a falta de unos días para San Francisco Javier y en unión con San Fermín es uno de los Santos que toma parte en la difusión del Evangelio por tierras de Navarra y aledaños. Tiene en su haber su condición de primer obispo titular de Tolosa. Así lo rubrican las actas de la Catedral de Tolosa. Hay otras hipótesis no probadas como su ascedencia de nobles romanos y además muy cultos. 

Cesáreo de Arlés dice que es uno de los discípulos del Señor y formado en la Escuela Apostólica, es decir de aquellos primeros cristianos que escucharon la predicación de Pedro y Pablo. En el siglo III le sitúan en medio de un ambiente en el que la Iglesia es mal vista ya que gobierna Decio que persigue a los creyentes en Cristo.

Es la época de las catacumbas para huir de los perseguidores y poder celebrar la Fracción del Pan. En Tolosa existe, por entonces, una floreciente comunidad cristiana, pastoreada por Saturnino. También cuentan las actas cómo son martirizados y su culto se extiende por todas las Galias, el mediterráneo y pasa hasta Hispania.

La extensión del Imperio visigodo y el camino de Santiago fomentan la devoción al Santo que, según el martirologio, fue arrojado desde las gradas de un anfiteatro. Su sucesor, el Obispo Hilario, construyó una Basílica en su honor que sería destruida el 711. Tras su construcción definitiva en el siglo XI, el Papa Urbano II la consagra y el Obispo Raimundo de Falgar depositará en el coro los restos del Santo.

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