Santoral

San Raimundo de Peñafort

Su fama llegó hasta el Papa Gregorio IX, quien el nombró su confesor, y después le encomendaría la Diócesis de Tarragona

La universalidad de la Salvación que Dios nos trajo se muestra en la multitud de carismas existentes que el Espíritu del Señor se ha encargado de que los fieles cristianos lo extiendan por todo el mundo. En este viernes después de Epifanía, y dentro del Tiempo de Navidad, celebramos a San Raimundo de Peñafort, uno de los difusores de la Redención Universal a través del carisma de Santo Domingo de Guzmán.

Nacido el año 1175 en Peñafort (Barcelona). Su gran inteligencia se hace patente cuando a los 20 años es profesor de filosofía en Barcelona y a los 30, perfecciona en Bolognia (Italia) sus conocimientos de Derecho Civil y Canónico. Junto a estas facetas, tenemos también su gran amor hacia los pobres, y es que su espíritu de caridad nunca faltó. Posteriormente ingresa en la Orden de Predicadores, donde se inicia en un camino penitencial para evitar el orgullo, que podía minar su vida espiritual.

Los superiores le encargan investigar sobre temas morales, en los que profundizará escribiendo diversos tratados, lo que le hacen un experto moralista, para orientar las conciencias de las almas que iba a dirigir espiritualmente. En su empeño y celo evangelizador, recorrió Cataluña, Aragón y Castilla. Su fama llegó hasta el Papa Gregorio IX, quien el nombró su confesor, y después le encomendaría la Diócesis de Tarragona.

Fue General de la Orden tras morir Jordano de Sajonia, servicio que aceptó por obediencia más que por gusto propio. Su gestión hizo florecer más, si cabe a los dominicos, trabajando en bien del carisma de Domingo de Guzmán. San Raimundo de Peñafort muere el 6 de enero de 1275, cuando contaba con 100 años de edad, después de ser visitado por los monarcas de Castilla y Aragón. Sus reliquias reposan en Barcelona.


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