SANTO 3 SEPTIEMBRE

San Gregorio Magno: El Papa que fue monje y dejó una huella imborrable en la Iglesia

San Gregorio Magno fue un hombre de grandes cualidades que de monje llegó a Papa.

Jesús Luis Sacristán García

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Muchos Santos han dejado una gran huella para la historia de la Iglesia y de la humanidad. Su lucha por pasar inadvertidos ha hecho que ellos sean los más idóneos para figurar desde la Providencia Divina porque no han buscado su interés sino el bien de la Iglesia y de sus miembros. Eso le pasa a San Gregorio Magno que celebramos en este tercer día del mes de septiembre. 

Su nacimiento se sitúa en Roma el año 540. Hombre de gran prestigio, desempeña cargos de importancia, como es el de Prefecto de la Urbe. También fue Legado Pontificio en Constantinopla. Pronto la Providencia le llama a una vocación especial: servir a Dios desde el carisma monacal. Es un impacto porque de verle en grandes puestos a contemplar cómo se retira a un lugar de silencio y oración marca a quienes le conocen.

A los 50 años es elegido Papa, tras la muerte de Pelagio II, con un Pontificado de grandes frutos en la comunidad eclesial. Entre las iniciativas pastorales que pone en marcha, están la expansión y consolidación de la Fe, así como la reforma litúrgica para una mayor vivencia del Misterio Salvífico dentro del pueblo cristiano.

Su espíritu, profundamente caritativo, se muestra en la ayuda a los más necesitados, siguiendo los consejos de Cristo en el Evangelio de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha y de atesorad tesoros en el Cielo donde no hay polilla ni carcoma que se los coman. Su insistencia en la oración hace que consiga la conversión a la Fe de Inglaterra. Muere el año 640, cobrando especial relevancia los escritos morales y teológicos que dejó a la Iglesia Universal. Todo ello le valió el sobrenombre de Gregorio Magno.

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