San Eutiquio

La Iglesia, tal y como vemos en la historia, sufrió multitud de suplicios en los primeros cuatro siglos, lo cual le hizo vivir en el marco del martirio en una persecución que comenzaó con Nerón y acabó el año 313 con el Edicto de Milán en el que el Emperador Constantino promulgó la Ley de Libertad religiosa. Eso no supone que la Fe fuese vida y dulzura. De hecho, nunca han faltado las persecuciones y el martirio en tiempos posteriores al citado Edicto. Es lo que le sucedió a San Eutiquio cuya memoria hacemos hoy.

No hay que confundirle con Eutiques el patriarca oriental que difundió la desviación doctrinal del monofisismo. No hay muchos datos acerca de la vida de San Eutiquio. La historia se enmarca en alguinos problemas en los que los emperadores quisieron someter a la Iglesia entrando en los asuntos religiosos, un hecho al que accedieron muchos cristianos de entonces y lo que conllevó gravísimos conflictos.

No en vano surgieron también muchos enfrentamientos dejando un tiempo de relajación para los seguidores de Cristo. En medio de estas guerras religiosas Luciano de Samosata difunde el arrianismo quie rechazaba la Divinidad de Jesucristo. El martirio de este sacerdote borra en su vida el error. Sin embargo el Patriarca de Constantinopla Arrio retomó la herejía y la difundió con graves problemas en el seno del cristianismo. San Atanasio con sus escritos había rebatido dicha desviación proclamando la Fe en Cristo Dios Hecho Hombre.

Y para dejar todo claro tuvo lugar el Concilio I de Nicea donde se Proclamó a Cristo, Verbo hecho Hombre de la misma Naturaleza que el Padre. Cuando muere Atanasio, le sustituye un obispo arriano que hace una purga con los partidarios de su antecesor. Entre ellos es arrestado Eutiquio que es llevado a una mina donde morirá mártir, dada la dureza del camino y los suplicios que le propiciaron en ella.