SANTORAL

San Esteban de Die: maestro de oración y cartujo hasta la médula

La vida de Esteban se entiende entre las paredes de un monasterio. Cuando hizo falta un obispo, se negó. Tuvo que pedírselo el mismo Papa para que aceptase por obediencia. 

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Hoy nos acercamos a la figura de San Esteban de Die. Nace en Lyon a mediados del siglo XII. Su familia, los Chatillón, es de clase alta pero de profunda religiosidad. La prueba es que Estaban tiene que agradecer a su familia una gran herencia de Fe. Le estimularon a rezar para dar gracias a Dios cada día y  a estudiar para labrarse un futuro.

Sin embargo, la vida consagrada le iba llamando cada vez más la atención hasta que ingresa en la Cartuja de Die. Una vez que toma el hábito se convierte en un verdadero místico contemplativo y maestro de oración para sus compañeros de Monasterio. Esa mortificación y penitencia que vivió desde la niñez se afianzaron. Cuenta la tradición que tenía frecuentes procesos de éxtasis donde veía el Ángel del Señor que echaba incienso ante el altar de Dios. Esa acción del Ángel se entendía como la oración de Esteban, que era recogida como un perfume preciado. Sus misas eran vividas con gran fervor.

Muere el Abad y se pone en marcha la elección en la que participa Esteban. Él no se imagina que será el elegido, pero acepta. Su objetivo es seguir viviendo la penitencia y la austeridad, así como a que los monjes del Monasterio sigan fielmente la norma de San Bruno, fundador del carisma de la Cartuja. La fama de Esteban traspasa los muros del convento. Este crecimiento coincide con la muerte del obispo de Die.

Entonces, los sacerdote y los fieles proclaman a Esteban obispo. El cartujo se opone, porque él no quiere salir del convento. Tiene que ser el Papa el que se lo pida por obediencia para que acepte. Su modo de vida le acompaña, aunque haya asumido un nuevo cargo. Sigue siendo un hombre austero, aunque rico en preocupaciones por las gentes que atiende en los planos humano y espiritual.  

En una visita a cartujos enfermos, contrae una enfermedad que le postra en cama hasta que muere aclamado como Santo por todos en 1208. En 1859 la Orden cartujana incluye en el Santoral su memoria.

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