Santoral

San Ambrosio de Milán, palabra de la Palabra

El don de la palabra marca a muchos para ser testigos de la Palabra hecha carne que esperamos en el Adviento. Hoy nos acercamos hasta la figura de San Ambrosio de Milán, que con su predicación preparó los corazones al Señor. Fue como el heraldo sobre los montes que trae la paz. Nacido en Tréveris (Sur de Alemania), en el año 340. Su padre muere cuando él era aún muy niño, y su madre retornó a Roma. De ella recibió una educación muy esmerada.

Su especialidad en Derecho hizo que el Prefecto de Roma le nombrase su ayudante, sobre todo, cuando destaca por su defensa de los acusados en los tribunales.Experto en lengua griega, se gana el cariño de los milaneses por su forma de proceder en la que, más que un gobernante, era un padre. A la muerte del Obispo de Milán, es designado como su sucesor, algo que aceptará después de insistirle.

Y es que él alegaba su condición de laico y su indignidad para que no le eligiesen Prelado. Pero fue en vano. Una vez que tomó posesión de su ministerio, su único objetivo es profundizar en los estudios de las Ciencias Sagradas para formarse e instruir debidamente al Pueblo de Dios que se acercaba a escucharle. Entre los escritores religiosos que lee y reflexiona se encuentran San Basilio y San Gregorio Nacianceno.

Dentro de su faceta episcopal, asume la difícil tarea de corregir a los gobernantes, como en el caso del Emperador Teodosio, al que invitó a hacer penitencia por sus pecados. Sus palabras abrieron el corazón de muchos con el camino de la conversión.Entre ellos San Agustín, que fue bautizado por el propio obispo. Muchos serán los legados y escritos que deja como rica herencia para la Iglesia, este Santo. Tras un fecundo apostolado, San Ambrosio de Milán muere en el año 397.


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