SANTORAL 29 MAYO

Los hermanos que renunciaron a su título de nobles para buscar a Dios como ermitaños

San Voto y San Félix vivieron retirados en una Ermita. Desde allí, se puso a prueba su vocación, pero desde el apoyo mutuo y la oración, llegaron a santos

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La prolongación en el Tiempo de Pascua conduce a los momentos finales de la Ascensión y el envío del Espíritu Santo en Pentecostés donde los Apóstoles estaban reunidos en oración en unión con la Virgen, que siempre meditaba las cosas guardándolas en su corazón. Hoy celebramos a los santos Voto y Félix, que meditaron todo lo refente a los Misterios de la Salvación para profundizar más en ellos. 

Pertenecientes a la nobleza y hombres piadosos, estos hermanos tuvieron que pagar tributo a los moros si querían seguir practicando su culto cristiano. Un día, Voto descubre una ermita erigida en honor de San Juan Bautista y un hombre muerto con una inscripción en la que da cuenta de haber sido el artífice del levantamiento de aquella pequeña Iglesia. 

Una vez que le ha dado sepultura, tanto él como su hermano descubren a través de este hecho la llamada de Dios a la oración contemplativa. Así venden toda su herencia, marchando al Panno donde construirán dos ermitas, para entregarse a la oración y a la penitencia en la más absoluta soledad. No faltarán las pruebas, incluso la tentación que les intenta alejar del camino elegido para volver a la vida anterior. Sin embargo, su mutuo apoyo en la oración, les ayuda a no sucumbir, reafirmándose en la senda trazada. 

Los frutos de la tierra que cultivan son siempre su alimento, en un territorio donde se asientan personas fervorosas con la idea de combatir al invasor musulmán, gesto que aprueban desde la oración y la ayuda espiritual los dos anacoretas. Tras muchos años en aptitud contemplativa, Voto primero, y Félix después, irán a la Casa del Padre, y en ese lugar se encuentra el origen de lo que hoy es San Juan de la Peña.

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