SANTO 25 MARZO

La Encarnación del Señor: Dios se hace Hombre

Hoy es La Encarnación del Señor.

Jesús Luis Sacristán García

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Estamos habituados a usar el refrán de “No hay fiesta sin Octava”. Generalmente esto se cumple casi siempre en las Solemnidades importantes de la Iglesia. Casi siempre, porque hoy es uno de esos días que abarca un Misterio insondable: La Encarnación del Señor. Tal y como relata San Lucas en el Evangelio de la Infancia de Cristo, El Arcángel San Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, pequeño pueblecito de Galilea.

Allí vivía una joven Virgen de nombre María, que estaba desposada con José, un hombre originario de Belén y de la estirpe de David. Cuando el Ángel le saluda como Llena de Gracia y le dice que se alegre, Ella se extraña antes estas palabras, pero poco a poco va asumiendo en la conversación cuando el Mensajero Celestial le quita todo temor. El Plan que tiene la Providencia en María es que concebirá en su vientre y dará a luz un Hijo concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo al que llamarán Jesús.

La Grandeza del que va a nacer será tan inmensa que será Hijo del Altísimo, reinando sobre la Casa de Jacob para siempre y cuyo Reino no tendrá fin. De esta forma el Dios del Cielo hará que su Espíritu le cubra con su sombra. Para darle plena confianza en lo que le dice, le asegura que su pariente Isabel, a pesar de su vejez, va a concebir un hijo del que está ya de seis meses, la que consideraban estéril. La frase rotunda “Para Dios no hay nada imposible”, hace que María acepte todo lo que Dios tiene preparado.

De esta forma, el Verbo de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, sin dejar de ser Dios se hace Hombre para redimir al género humano. El origen de esta Solemnidad data del siglo VI, unidad a la Navidad. Pero dado el sentido del Nacimiento de Cristo se buscó un día especial para la Encarnacion, como festividad mariana, poniéndose el 25 de marzo, nueve meses ante de la Natividad y porque La Encarnación tuvo lugar en el equinoccio de primavera. Se trata de la Fiesta más importante después de Pascua y Pentecostés. Al ser Solemnidad, mañana no es día de abstinencia.


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