Los voluntarios españoles de la Orden de Malta en el Líbano desvelan los problemas con su labor

A pesar de las dificultades con que se encuentran, todos reconocen que la experiencia de servicio a las señoras está alimentando su paciencia y su amor al prójimo

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El Camp de Emergencia continúa con tal normalidad y tranquilidad en el Líbano que por momentos nos olvidamos de las gravísimas razones por las que la Orden de Malta lo ha puesto en marcha y ha pedido ayuda urgente internacional.

El haber pasado todos, tanto los voluntarios como las enfermas, un test PCR con resultado negativo ha posibilitado considerar el centro Chabrouh una zona libre de COVID-19 y, en consecuencia, ello nos permite la convivencia de un grupo grande de personas en un ambiente de normalidad. Nos mantenemos aislados de contactos externos para evitar focos de contagio pero, a cambio, gozamos dentro de la casa de una vida en comunidad tan saludable como la de los anteriores camps que hemos vivido en el Líbano.

También las dificultades siguen siendo las mismas. Hemos pedido a los voluntarios de la delegación española que nos cuenten los problemas más serios con los que se están encontrando a la hora de servir y cuidar de nuestras señoras. A las lógicas barreras del idioma y las costumbres, se unen las particularidades de cada enfermo, lo que convierte en un reto permanente el cumplir con nuestra misión. En nuestros camp, nunca puede faltar la relación personal y humana con aquellos a los que atendemos: una relación que no ha de ser de condescendencia, sino que debe estar caracterizada por un respeto real.

El voluntariado no es sólo hacer y dar, no es sólo ayudar y colaborar; es también acoger, escuchar, descubrir lo que el otro piensa, lo que ama y lo que sufre; y también compartir aquellas cosas más sencillas en las que puede necesitarnos durante estos días en los que convivimos.

Para Carlos, este está siendo su primer camp. Su señora es una persona alegre y participativa, pero come con mucha ansia y, generalmente, acaba vomitando por la noche. Carlos ha decidido darle él mismo la comida, controlando el ritmo y las porciones, aunque para ello tiene que dejar su almuerzo o su cena para después.

Imanol es el otro novel del grupo. Su señora participa siempre de las actividades y entretenimientos y es muy empática con el resto del grupo, pero le cuesta su higiene personal. En pocos días, con paciencia y cariño, ha ido mejorando hasta el punto de que hoy ya fue ella quién le recordó a su ‘helper’ que tenía que asearse.

Rosario ya ha vivido dos camps en Kfardebian, pero en la cocina y animando el canto. Esta es su primera experiencia como ‘helper’. Su señora es tan tranquila, que a veces le cuesta integrarse e interactuar en las actividades. Rosario ha descubierto que la mujer prefiere estar un tanto alejada y relajada, así que es fácil verla acompañándola mientras duerme abrigada a cualquier hora y en cualquier lugar de la casa. Cuando los libaneses le preguntan, ella siempre responde sonriente que está muy bien.

Esperanza está viviendo su tercer camp. Su señora es una persona muy independiente, que no tiene ningún reparo en dejar claro que muchas veces prefiere no estar con nadie, incluida su ‘helper’. Aunque al principio le resultaba frustrante, Espe ha decidido dejarle su espacio, y reconoce que esta situación la ayuda a crecer en paciencia.

Para Muriel, también es su tercer camp. Fue la primera del equipo español que manifestó su deseo de responder a la actual llamada de emergencia de la Orden de Malta e incluso ha convencido a su hermano Imanol para que la acompañe. Su señora manifiesta un deseo incontrolado de coger y tener las cosas de los demás. Aunque al principio a Muriel se le partía el alma cuando le advertía que no podía llevarse todo lo que se le antojase y la enferma se ponía a llorar, ha descubierto que escuchar juntas la canción “Rise & shine” y no dar mucha importancia a los hechos hace que la mujer se tranquilice. Muriel reconoce que está consiguiendo mirarla con amor, incluso cuando tiene que corregirla.

Cuando estábamos acabando nuestra diario de hoy, nos hemos encontrado con abuna Manolo. Nos habría gustado preguntarle a nuestro capellán si él también tiene alguna dificultad con nosotros. Pero, al parecer, esta mañana se ha estropeado la máquina de lavar los platos y junto con Águeda se han pasado el día fregando todo a mano, así que hemos preferido preguntárselo en otro momento… Hemos dejado que se vaya tranquilo a disfrutar del “Almaza time”, que estaría bien contaros lo que es, pero hoy el tema eran las dificultades, así que tampoco toca.

Desde Chabruh, en el valle de Faraya del Monte Líbano, y para todos los lectores de Aleluya, les escribió la delegación española en el camp de emergencia de la Orden de Malta.

Mañana más, si Dios quiere.

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