La oración del día: Santa Águeda

El suplicio de la Santa está representado en una pintura que tiene la Iglesia dedicada a ella en Roma y su nombre se encuentra incluido en el Canon Romano

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En el primer mes y medio con el que se inicia el año, el Santoral nos ofrece Santos de lo más populares. Porque si el miércoles, celebrábamos a San Blas, Obispo muy popular en el calendario cristiano, la Santa de hoy no lo es menos.

Se trata de Santa Águeda. Nacida en Catania, procedía de una familia muy distinguida. Dios le había adornado con grandes dones y una hermosura singular.

Sin embargo, ella vivía el consejo evangélico de atesorar tesoros en el Cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman. Era el contraste con la familia imbuida de paganismo, mientras Águeda aprovecha los dones que Dios le da aunque ello le cueste dar la vida.

Por ello renunciaba a todo lo que pueden ser las pompas mundanas. Coincidiendo con la persecución de Decio contra los cristianos, el Senador Quintianus, reparó en la belleza de aquella adolescente.

Llevada a su presencia, el Prefecto quiso poseerla, pero ella adujo su condición de esposa de Cristo, el Único al que se debía. Fue entonces cuando es puesta en las manos de una malvada mujer, con intención de disuadirla del camino que había tomado, pero la joven permaneció firme, por lo que sufrió multitud de suplicios. Entre ellas fue lesionada en su integridad con muchos hematomas.

Sin embargo, la noche siguiente tuvo una visión en la el Apóstol San Pedro le curaba las heridas y le confortaba en la lucha por la Fe.

Finalmente fue arrojada a unos carbones encendidos en Catania (Sicilia), siendo merecedora de la doble corona: la de la virginidad y la del martirio. El suplicio de la Santa está representado en una pintura que tiene la Iglesia dedicada a ella en Roma. Su nombre forma parte del martirologio y se encuentra incluido en el Canon Romano.

Oración a Santa Águeda

¡Oh santa Águeda, tú que tanto padeciste, ayúdanos a ser fuertes como tu ante el enemigo.

Santa Águeda victoriosa, que después de los más duros martirios, y antes de entregar tu alma, fuiste confortada por Dios misericordioso,

mediante la visión de san Pedro que te consoló, intercede por nosotros ante el Padre Todopoderoso para nos tome bajo su cuidado y amparo,

y nos otorgue la salud del cuerpo, la mente y el alma, para que con su infinita bondad y clemencia

nos ayude en estos momentos difíciles

por Jesucristo nuestro único Señor, a quien sea la alabanza y la gloria y la acción de gracias por todos los tiempos.

Amén.

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