Si no duele, no es amor, por María de León

Revista EcclesiaEcclesia

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"No te olvides de los pobres", con ese encargo iniciaba Bergoglio su pontificado bajo el nombre del santo de Asís. Y con el objetivo de que tampoco la Iglesia se olvide, desde hace cuatro años, celebramos la Jornada Mundial de los Pobres.

En el mensaje de este año, el Papa Francisco nos dice que el encuentro con el pobre debe interpelarnos, con una invitación clara: tender la mano. Un verbo de acción que nos lleva a interactuar directamente con el otro, a tocarle, incluso en este tiempo en el que el metro y medio marca nuestras relaciones. Pero la caridad, el amor, no entiende de distancia social.

Pero, ¿cómo seré capaz de tender la mano a los pobres si a veces no lo hago con las personas de mi entorno? Las pandemias son temporales, al final desaparecen, no sin haber sido cruentas. Pero, ¿y la frialdad en el corazón del hombre?, ¿también es pasajera? Me inquieta sobre manera esta sociedad descafeinada en la que nada es más valioso que mi propia felicidad momentánea, en la que no importan los daños colaterales de mis decisiones egoístas. Al Papa le preocupa que no nos duela lo del otro, a mí, hasta me asusta, porque si no nos duele es que no amamos de verdad.

¿Entonces?, ¿qué hay de los talentos que recibí?, ¿los he guardado bajo tierra? Los talentos que Dios me ha concedido, según mi capacidad, se ponen en juego en mi relación con el otro, el prójimo, solo así podré corresponder con fidelidad.

Por María de León

Delegada de Medios de Comunicación Social de Cartagena

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