Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución.

Acaba de publicarse un nuevo libro de apologética cuyo original ha vendido en Francia más de 250.000 ejemplares, que incluye interesantes contenidos historiográficos

Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución.

Alfonso V. Carrascosa

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Seguimos conmemorando el Año Cajal de Investigación Científica, iniciado en 2022 al cumplirse el 170 aniversario del primer científico español Premio Nobel, y que finalizará en 2025. Al hilo de dicha efeméride, nada mejor que la aparición de esta obra que podríamos situar en el ámbito de la conciliación ciencia-fe, puesto que Cajal fue un científico creyente.

Este nuevo título es la traducción al español de su homónimo en francés. Los autores, Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, son dos empresarios con una sólida formación universitaria que, tras tres años de intenso trabajo, nos ofrecen por escrito lo que para ellos pueden ser consideradas pruebas de la existencia de Dios. Sin duda alguna, para alguien que tenga fe lo son, pero también pueden llegar a serlo para alguien que no la tenga, a poco que se esfuerce. El libro tiene abundantes referencias a interesantísimos asuntos de astrofísica, de echo está prologado por un Premio Nobel en dicha especialidad, abordados de manera perfectamente inteligible para un profano en la materia, que conducen irremediablemente al lector a caer en la cuenta de que los recientes avances en este ámbito cuadran mucho más con la existencia de Dios que con su inexistencia. Interesa hacer notar a este respecto que quienes dan crédito a la existencia de vida extraterrestre o a la aparición de vida sobre la Tierra de manera absolutamente fortuita, hacen gala de una credulidad mayor que la fe de muchos de nosotros, pues ni hay prueba alguna concluyente de lo primero ni de una supuesta capacidad autoorganizativa de la materia orgánica que exige lo segundo. Es decir, los científicos que se dicen agnósticos o ateos no tienen fe pero si creencias, dan crédito a cosas no demostradas, como el paso de una especie a otra. En menor extensión se hace relación en el mismo sentido a aspectos de la biología.

Son muchos los comentarios que ya se han publicado sobre el texto, pero yo quisiera para terminar centrar mi atención en uno nada señalado: el del valor del extenso material historiográfico que la obra incluye. Me refiero a que son muchos los científicos con fe que son enumerados a lo largo de sus líneas, y muy numerosas las citas de los mismos en las que declaran abiertamente su convicción de la existencia de Dios, y de que la misma no es incompatible con los hallazgos científicos. A ello hay que añadir una última parte del libro en la que nuevamente se presenta la importancia de la historia en la conciliación ciencia-fe, presentando la aparición del Pueblo Hebreo, la llegada de Jesucristo o los milagros de Fátima como. Yo he hablado ya en muchas ocasiones de que la existencia de científicos creyentes es un hecho concreto que demuestra per se la perfecta conciliación ciencia-fe y que inactiva el discurso laicista de que la ciencia y la fe son incompatibles.

Este es un libro que recomiendo sin duda, especialmente valioso en esta línea historiográfica, porque ‘Contra factum non valet argumentum’.

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