14 nuevas Beatas mártires Concepcionistas Franciscanas

La ceremonia de beatificación de catorce religiosas ha tenido lugar en la capital española, en Santa María la Real de la Almudena 

Vatican News

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A las 11 de la mañana ha comenzado en Madrid la solemne ceremonia de beatificación de las catorce religiosas Concepcionistas Franciscanas mártires cuya imagen puede observarse en el tapiz desplegado en el momento de su proclamación en Santa María la Real de la Almudena.

Ha presidido la solemne celebración, en nombre del Papa Francisco, el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos

Memoria martirial

El 15 de enero de 2019, el Papa Francisco firmó el decreto de martirio de María del Carmen Lacaba y de otras trece religiosas Concepcionistas Franciscanas. En el año 2002 se abrió la causa que se clausuró en febrero de 2010. Diez de ellas pertenecían a la comunidad madrileña del monasterio de San José; dos a la comunidad de Escalona, Toledo, y las otras dos a la de El Pardo, Madrid.

Las nuevas beatas

Se trata de la Madre María del Carmen Lacaba Andía, nacida en Borja, Zaragoza en 1882; Sor María Petra Pilar de los Dolores, nacida en Pamplona, Navarra, en 1864; Sor María Eustaquia de la Asunción, nacida en Anaya,  Segovia, en 1864; Sor María Balbina de San José, nacida en Madrid, en 1886; Sor María Guadalupe de la Ascensión, nacida en Madrid en 1892; Sor María Beatriz de Santa Teresa, nacida en Nava de los Caballeros, León, en 1908; Sor María Clotilde del Pilar Campos Urdiales, nacida en Valdealcón, León, en 1897; Sor María del Santísimo Sacramento, nacida en El Toboso, Toledo, en 1887; Sor María Juana de San Miguel, nacida en Arraiza, Navarra, en 1860; Sor María Basilia de Jesús Díaz Recio, nacida en la aldea burgalesa de Santa Coloma de Rudrón, en 1889; la Madre Inés de San José nacida en Avedillo, Zamora, en 1889; Sor María del Carmen de la Purísima Concepción, nacida en Avedillo, Zamora en 1895; la Madre María de San José Ytoiz, nacida en 1871 y Sor María de la Asunción Pascual Nieto, nacida en Villorobe, Burgos, en 1887.

Parte de la homilía del Cardenal Angelo Becciu

Refiriéndose a estas mártires que fueron asesinadas en España en 1936 durante la persecución religiosa que pretendía eliminar a la Iglesia en esta nación, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos afirmó que “ellas permanecieron fuertes en la fe: no se asustaron ante los ultrajes, las angustias ni las persecuciones”. Sino que, por el contrario, estuvieron preparadas y dispuestas “a sellar con su vida la Verdad que profesaban con sus labios, asociando el martirio de Jesús a su martirio de fe, de esperanza y de caridad”. 

Y al recordar que la beata María del Carmen (en el siglo Isabel Lacaba Andía) y sus trece compañeras eran monjas de la misma familia monástica, pero de tres monasterios diferentes: el Monasterio de Madrid, el Monasterio de El Pardo y Monasterio de Escalona, afirmó que “todas, perseverando en su consagración a Dios, dieron su vida por la fe y como prueba suprema de amor”. Y destacó que sufrieron la persecución y la muerte por su estado de vida religiosa y su total adhesión a Cristo y a la Iglesia”. A la vez que “sus verdugos eran milicianos que, guiados por el odio contra la Iglesia Católica, fueron los protagonistas de una persecución religiosa general y sistemática contra las personas más representativas de la Comunidad Católica”. 

De manera que las nuevas Beatas ciertamente tenían bien presente la exhortación del divino Maestro: "Busquen sobre todo el reino de Dios y su justicia" (Mt 6, 33). De ahí que sean “un ejemplo y un aliciente para todos, pero sobre todo para las monjas Concepcionistas, y también para todas las consagradas que dedican totalmente su vida a la oración y a la contemplación”. A la vez que puso de manifiesto que “en esta preciosa misión orante, las religiosas de clausura están llamadas a gustar y ver cuán bueno es el Señor, para testimoniar a todos cuán envolvente es el Amor de Dios”. 

A la vez que afirmó que estas catorce nuevas beatas, que perseveraron en la fe incluso en el momento del supremo sacrificio, “animan a continuar con alegría y esperanza dando testimonio en todo ambiente del amor y la misericordia de Dios, que nunca nos abandona, especialmente en la hora del fracaso y la derrota”. 

Por último pidió encomendarse a su intercesión, cuya existencia se ha convertido para toda la Iglesia, especialmente para el pueblo de Dios que peregrina en España, en un poderoso faro de luz, en una invitación apremiante a vivir el Evangelio de manera radical y sencilla, ofreciendo un valiente testimonio de fe que supera toda barrera y abre horizontes de esperanza y fraternidad.

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