Matt Talbot, el irlandés que tras dejar el alcohol podría ser Santo

La vida de Matt Talbot daría para más de una película. El país que siempre aparece en los listados de quienes consumen más alcohol de Europa, podría dar a la Iglesia el primer santo ex bebedor

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En argot popular se podría decir que Matt Talbot era un borracho empedernido. Casi todos en su familia lo eran y su madre intentaba por todos los medios sin éxito convencer al menos a Matt de que no se gastara casi todo su escaso salario en beber sin parar hasta que tenían que traerle arrastrando a casa.

El Papa Francisco ha querido acercarse este sábado ante sus restos en el trayecto entre la Nunciatura y la Procatedral de Santa María de Dublín. Su tumba se encuentra en una Iglesia dedicada a la Virgen de Lourdes. Con este gesto Francisco ha querido recordarnos que podemos encontrarnos con personas santas “en la puerta de al lado”. Gente normal y corriente, con vicios y pecados, que con la gracia de Dios pueden cambiar de vida y llegar a los altares.

Resulta difícil no asociar Irlanda a sus pubs y a la omnipresente cerveza Guinness. Cuenta incluso la leyenda que los irlandeses tienen una capacidad genética fuera de lo común de aguantar los efectos del alcohol porque durante generaciones bebieron leche materna hasta los cuatro años. Un hábito con el que fortalecían su estómago. Quizás por este motivo Matt era capaz de aguantar sin venirse abajo o sin que le echaran de su trabajo.

Nació en el año 1856 y era el segundo de 12 hermanos. Apenas fue a la escuela y su primer trabajo fue su perdición, porque se dedicó a vender vinos. Esto le convirtió en un alcohólico precoz. Nunca tenía dinero, llegó a robar y a ojos de todos no tenía ningún remedio.

Pero un día todo cambió. Ante la sorpresa de su madre, decidió dejar drásticamente de beber. Tras 16 años de alcoholismo empedernido se volvió a acercar a la Iglesia. Comprendió que su vida no tenía sentido si no cambiaba. Encontró ayuda de un sacerdote, que le llevó a un programa de rehabilitación. El camino no fue fácil. La tentación de volver a beber era constante.

"Nunca desprecies a un hombre que no puede dejar de beber", le dijo a su hermana en una ocasión, "es mas fácil salirse del infierno". Su vida cambió drasticamente y se dedicó a la oración, a la penitencia y a las obras sociales.

El 7 de junio de 1925, a los 70 años, mientras iba a Misa, murió desplomado en la calle probablemnete a consecuencia de un paro cardiaco.

El Papa Juan Pablo II lo declaró Venerable en 1994 y hoy está en proceso de beatificación. En estos momentos se le considera el patrón de los alcohólicos rehabilitados o en vía de serlo.

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