Los inmigrantes y refugiados con los que se encontrará el Papa Francisco en Lesbos

El campo de Mavrovouni que visitará el Papa en Lesbos es una especie de limbo jurídico de espera, donde las condiciones de vida de las familias que allí viven son muy precarias

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El antiguo campo de Moria que visitó el Papa en su primer viaje a Lesos en 2016 fue pasto de las llamas en septiembre de 2020. Durante dos días varios incendios arrasaron este tristemente célebre campo de migrantes, conocidos “técnicamente” como centros de recepción y registro de migrantes. En estos centros, que se supone inicialmente de paso, la realidad es que se alarga la estancia de quienes solicitan asilo y buscan seguridad en Europa, aunque haya sido a costa de perder a miembros de su familia en el intento.

El campo de Mavrovouni que visitará el Papa en Lesbos es una especie de limbo jurídico de espera, donde las condiciones de vida de las familias que allí viven son muy precarias. Muchos arrastran historias traumáticas de huida, vejación y muerte. Los voluntarios médicos que les atienden detectan frecuentes trastornos de estrés postraumático, tanto en pacientes pediátricos como en los adultos.

Tras el incendio del campo de Moria se construyó un nuevo recinto provisional en Kara Tepe a la espera del nuevo que apenas ha empezado a construirse. Cerca de 3.000 personas se encuentran ya acogidas en la nueva instalación de emergencia Mavrovouni en Kara Tepe, que tiene capacidad para albergar a unas 8.000 personas. En este momento cerca del 70 % son afganas. Grecia es la responsable de este campamento con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y de otras organizaciones.

El campo de Mavrovouni se encuentra frente al mar y está construido sobre un terreno que se utiliza desde hace más de un siglo como polígono de tiro, por lo que se ha acumulado una gran cantidad de plomo. La situación en este centro de registro, al que muchos llaman Moria 2.0, empeora día a día. En las tiendas, sin calefacción ni corriente eléctrica, se espera este segundo invierno con temor. La lluvia y la nieve hace que el barro llegue hasta el interior de las tiendas y las familias se ven obligadas a colgar del techo de la tienda todas sus pertenencias. Las tiendas, en las que viven unas 10 personas, son compartidas por varias familias. Por la noche es peligroso alejarse de la tienda y las condiciones sanitarias están llegando a niveles alarmantes.

En Mavrovouni casi todos viven encerrados en sus tiendas. Antes se permitía salir a los refugiados del campo, pero ahora, además de la alambrada que lo rodea están levantando gruesos muros. Solo se puede salir una a dos veces por semana durante un máximo de tres horas. Lo que debía ser temporal se está convirtiendo en un centro permanente, en un régimen de retención de los solicitantes de asilo, incluidos los niños.

Grecia también ha declarado que Turquía es un país seguro para quienes han solicitado asilo de países como Afganistán, Siria, o Somalia. Esto se traduce en que una persona afgana que llega a Grecia y presenta una solicitud de protección internacional, no le será concedida, independientemente de que los talibanes les persigan o no. Su solicitud será rechazada y deberá regresar a Turquía -país por el que generalmente se accede a Lesbos-, para que sea traslada a cualquier país europeo, ayudando así a “descongestionar” primeros países receptores como España, Italia y Grecia. Es importante mencionar que más del 60% de las personas en Mavrovouni son afganas.

En estos últimos 5 años el Papa no se ha olvidado de Lesbos. Envió a la isla al Cardenal Krajewski, Limosnero papal, que se desplazó hasta allí en 2019, un viaje que en pocos meses marcó la llegada a Italia de 43 personas.

Han pasado casi siete años desde el estallido de la llamada crisis de los refugiados y su situación al llegar a Europa sigue siendo tan precaria como lo era en aquel entonces. Y para que no se nos olvide, el Papa viaja de nuevo a Lesbos para recordar el sufrimiento de tantos miles de personas a las puertas de Europa.

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