EL 5G, los espías y el anuncio del Evangelio

Me pasa bastante a menudo. Te lías a decir bobadas en las redes sociales y de pronto aparece algo que ya no es tan bobada y da pie a pensar 

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Txomin Pérez

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Estábamos el otro día alborotados en el Facebook con la llegada del 5G. Porque el mundo está bastante revuelto con el asunto. Que si nos van a espiar, que si se acabó la privacidad, que si nos vamos a convertir en datos, que si van a saber lo que pensamos, lo que hacemos, lo que sentimos, lo que compramos, que si van a saber cuándo entramos, cuándo salimos, a dónde vamos y con quién estamos. Y, cierto es que todo es sumamente serio. Y preocupante.

Y en medio del pitorreo con el que nos estábamos tomando las cosas serias, alguien dijo: “pues aquí tenemos una nueva oportunidad para la Evangelización”. Y alguien añadió: “acordaros de aquel espía en una película de Juan Pablo II, que de tanto escuchar la ternura con la que hablaba en el confesionario acabó convirtiéndose”. Y a mí se me ocurrió decir: “los espías chinos, rusos o americanos que me hayan tocado en suerte se van a hartar de oír que Dios es Uno y Trino”.

Ya veis... bobadas. O no.

El mundo va hacia a donde va. Y lo de que «no hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga a la luz» (Mc 4, 22)... para bien o para mal ha llegado ya, o está por llegar. Y por cierto, la frase que sigue es «el que tenga oídos para oír que oiga» (Mc 4, 23). Y eso es lo que hacen nuestros “espías”: escuchar.

Hay quien asegura que nuestros móviles, aun estando apagados, escuchan todo lo que decimos. Y que hay complejos programas informáticos que rastrean y analizan toda esa información buscando cosas que puedan interesar a quien esté interesado. Pues bien... demos alimento del bueno a los que tengan oídos.

Seamos amables en nuestras conversaciones... en las telefónicas, en las del Whatsapp, y en las del tú a tú. Hablemos de la ternura y hablemos con ternura. Anunciemos a un Dios que nos hace libres y quiere nuestra libertad. Intentemos dar buen consejo. No escatimemos oportunidades de pedir perdón y reconocer que nos hemos equivocado. Transmitamos la alegría que emana de nuestra fe. Seamos generosos y prestos a echar una mano... Todo esto le llegará a quien habla con nosotros. Y será bueno.

Y quizás, seguro... también le podrá llegar a nuestros particulares “espías”. Puede haber una remota posibilidad de que la semilla esté cayendo en una tierra bien preparada... o necesitada de acoger vida. Acordaros de aquel que -en la ficción o no- le cayó en suerte espiar a un joven Karol Wojtyla.

Allá por el S. II, Tertuliano decía a los suyos. “¡Mirad cómo se aman! Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro”. Mira que si conseguimos que alguno de los que se dedica a fisgar en nuestra vida... proclame a los cuatro vientos: “¡Escuchad como se aman!”.

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