Religión

Rodrigo Pinedo Texidor

Director Medios de Comunicación Arzobispado Madrid

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Testigos extraordinarios de un Dios presente en lo ordinario

Los misioneros gastan la vida en lugares recónditos, con los olvidados, para decirles que hay un Padre que no los olvida

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Octubre ya está aquí. Arranca el Mes Extraordinario Misionero convocado por el Papa Francisco «para que todos los fieles lleven en su corazón el anuncio del Evangelio y la conversión misionera y evangelizadora de las propias comunidades», así como para «que crezca el amor por la misión, que “es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo”».

Mientras saboreo estas palabras del Sucesor de Pedro, miro la mesa de reuniones de mi despacho y recuerdo uno de los últimas conversaciones que tuve en ella con Anastasio Gil, director nacional de Obras Misionales Pontificas (OMP) fallecido en septiembre de 2018. Después de revelarme que el pregón del Domund de aquel año lo iba a hacer Pilar Rahola, me estuvo hablando del inseparable vínculo entre misión y comunicación.

«Para hacer Misioneros por el Mundo –que TRECE produce con la colaboración de OMP–, puse la condición de que se hablara explícitamente de Dios, porque no somos una ONG y ya hay otros programas de viajes», vino a decirme. En Madrileños por el mundoEspañoles en el mundo y demás formatos del estilo vemos la vida más o menos glamurosa de expatriados que detallan las diferencias entre un país y otro, lo que les cuesta el alquiler o comer y, en muchas ocasiones, sus ganas de volver a su Tetuán natal o al Chamberí de su niñez. Misioneros por el Mundo es otra cosa.

Los entrevistados del espacio de TRECE, que acaba de estrenar su octava temporada (lunes a las 00:30 horas), no hablan de las diferencias, sino de lo que nos une: somos hijos de Dios y, por ello, hermanos. Han ido a gastar la vida a los lugares más recónditos del planeta, junto a los olvidados, para decirles que hay un Padre que no se olvida de ellos. «Tienen derecho a saber que son amados por Dios», como ha subrayado el cardenal Osoro. Los misioneros se lo muestran con sus obras, en medio de rutinas y miserias, y se lo mostrarán hasta dar literalmente la vida.

Buen ejemplo de ello es que, cuando una catástrofe natural golpea una región del mundo ya de por sí castigada, muchos medios de comunicación llaman a OMP para pedir el contacto de misioneros que hagan las veces de corresponsales. Son los únicos que están sobre el terreno y no se han ido; quizá son los únicos que alguna vez estuvieron.

Tengamos especialmente presentes a los misioneros durante este mes de octubre y compartamos sus historias. Hagámoslo también en noviembre, en diciembre y en los meses que vengan. Para que haya más como ellos y para que nosotros, allí donde nos sintamos vocacionados a estar, también enseñemos a quienes nos rodean que somos hermanos.

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