El día en el que Joseph Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI: 15 años desde su elección a Papa

Fue un colaborador cercano de su predecesor tanto da ser calificados intelectualmente como "almas gemelas". 

Redacción Religión

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El 19 de abril de 2005 Joseph Ratzinger fue elegido Papa por el conjunto de cardenales que estaba reunido en el Conclave. Era el gran favorito y a las 17:30 salió el humo blanco sobre el techo de la Capilla Sixtina de la Basílica de San Pedro para anunciar que un nuevo Papa había sido elegido.

Minutos después las campanas de San Pedro empezaron a sonar, confirmando la elección. El Cardenal Medina de Chile anunció, en riguroso latín, "Annuntio vobis gaudium magnun: Habemus Papam" y desde ese momento empezó el papado de Benedicto XVI.

La decisión del nombre

El cardenal alemán, con 78 años, había sido elegido como sucesor de Juan Pablo II y tomó el nombre de Benedicto XVI. Ratzinger eligió este nombre por la cercanía a Benedicto XV, Papa durante la I Guerra Mundial, y famoso por su profunda labor evangelizadora y la recuperación de las raíces cristianas. Para remontarse a un Papa alemán, había que volver la mirada hasta el 1055, cuando fue elegido Pontífice Víctor II, que ocupó el Sillón de Pedro desde el 16 de abril de ese año hasta el 28 de julio de 1057. Habían pasado desde entonces más de 900 años.

Ratzinger anteriormente había sido nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el 1981 por el Papa Juan Pablo II y fue uno de los hombres más influyentes en el Vaticano y un colaborador cercano de su predecesor tanto da ser calificados intelectualmente como "almas gemelas". 

Su primer gran discurso

El 19 de abril de 2005 el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Juan Pablo II en el segundo día del conclave, después de cuatro rondas de votaciones. Coincidió además con la fiesta de San León IX, el más importante papa alemán de la Edad Media, conocido por instituir el mayor número de reformas durante un pontificado.

Ratzinger esperaba retirarse pacíficamente y había dicho que «hasta cierto punto, le dije a Dios: “por favor, no me hagas esto”… Evidentemente, esta vez Él no me escuchó.»

Sus primeras palabras, en el balcón de la Basílica de San Pedro justo después de su elección, fueron: “Queridos hermanos y hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante, que el Señor nos ayudará y María Su Santísima Madre estará de nuestra parte. Gracias.” Se le vio emocionado y nervioso, con ojos que demostraban que había dormido poco aquellos días esperando una respuesta.

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