El origen del Manchester City: un equipo para salvar a los jóvenes de la violencia y el alcoholismo

Hace 145 años, miembros de la Iglesia de San Marcos crearon un equipo para salvar a los jóvenes del barrio, iniciando una leyenda que perduraria hasta hoy

Cordon Press

Manchester City 

Gonzalo de Esteban

Madrid - Publicado el

3 min lectura

En el invierno de 1880, en el barrio obrero de West Gorton en Mánchester, un grupo de miembros de la Iglesia de San Marcos decidió embarcarse en una misión que iba más allá del fútbol: salvar a los jóvenes de la zona de los flagelos de la violencia y el alcoholismo que azotaban las áreas industriales inglesas. Fue así como nació el St. Mark's (West Gorton), que años después se convertiría en el Manchester City.   

La iniciativa partió de Anna Connell, hija del rector Arthur Connell, y de dos guardianes de la iglesia que habían trabajado en una fábrica de hierros: William Beastow y Thomas Goodbehere. Todos ellos ofrecían actividades sanas durante los meses de invierno, creando un equipo de fútbol donde todos los jóvenes, sin importar su religión, eran recibidos con los brazos abiertos. El primer partido oficial se disputó el 23 de noviembre de 1880, marcando el inicio de una trayectoria de superación que continuaría escribiéndose a lo largo de más de un siglo.  

Desde aquella época hasta hoy, los cronistas del Manchester City han documentado una evolución extraordinaria que reflejó el poder transformador de los valores religiosos llevados a la práctica. De un pequeño equipo parroquial nacido de la preocupación pastoral por los menores de un barrio marginal, la institución pasó a ser Ardwick A.F.C. en 1887, y finalmente Manchester City en 1894, consolidándose como una institución futbolística global. Historiadores han confesado que esta trayectoria ha enseñado cómo la fe, cuando se materializaba en acción comunitaria, podía trascender generaciones y fronteras.  

El Estadio Etihad del Manchester City

 El propósito sagrado que movió a la Iglesia  

Los guardianes de la Iglesia de San Marcos no crearon un equipo de fútbol por casualidad. En plena Revolución Industrial, West Gorton sufría desempleo masivo, pandillas violentas y alcoholismo entre la juventud. La iglesia comprendió que necesitaba intervenir de manera práctica. Como han relatado los registros históricos, Anna Connell y sus colaboradores "trataron de frenar la violencia de las pandillas locales instituyendo nuevas actividades para los hombres locales". Este fue un acto de evangelización a través del deporte, demostrando que la fe cristiana se expresa mejor mediante obras concretas que mejoran la sociedad.  

Era significativo que el club aceptara a "todos los hombres sin importar su religión", reflejando los valores de inclusión y hermandad que predicaba la Iglesia. Este enfoque pionero había convertido al fútbol en un vehículo de paz y cohesión social, anticipando en más de un siglo lo que hoy llamamos responsabilidad social corporativa. Los historiadores han confesado que la Iglesia de San Marcos comprendió que la fe no era solo ritual, sino transformación de la realidad.  

el Manchester City campeón de la champions league 2022/2023

 De la cantera parroquial a potencia mundial

El Manchester City ganó su primer título oficial en 1904 cuando la FA Cup fue levantada como bandera de un proyecto que había nacido en la iglesia. Pero el verdadero triunfo no había sido solo deportivo: había consistido en conseguir que miles de jóvenes abandonaran las calles peligrosas para encontrar en el fútbol un propósito de vida. Incluso en las épocas de crisis financiera y descensos deportivos, el club mantuvo esa identidad comunitaria que la Iglesia le había implantado.  

Más de 144 años después, la historia ha confirmado que el Manchester City seguía siendo una prueba viviente de que la Iglesia podía ser protagonista del cambio social. Aquellos guardianes parroquiales que decidieron invertir su tiempo en jóvenes vulnerables habían creado mucho más que un club de fútbol: habían construido una institución que había tocado millones de vidas. Desde Manchester hasta el mundo entero, el City ha llevado en sus genes el ADN de la fe cristiana aplicada.