La emoción de Dora, después de saludar al Papa en L'Aquila: "Pensar en ese día me da escalofríos"

Esta mujer de Lugo vive desde el 1985 en Italia y, junto con su marido, casados desde hace 54 años, tuvo el enorme privilegio de saludar a Francisco durante su último viaje

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Dora Gómez Rodríguez, una mujer de Molmeán, pueblo de la montaña de Lugo, que vive desde el año 1985 en L'Aquila (Italia) no va a olvidar nunca el domingo 28 de agosto de 2022. Junto con su marido, casados desde hace 54 años, tuvo el enorme privilegio de saludaral Santo Padre durante la Santa Misa en la ciudad italiana en el momento del Ofertorio.

La emoción y las lágrimas marcaron la visita de hace más de una semana del Papa Francisco a la plaza de la catedral de L' Aquila, donde transmitió un mensaje de esperanza a los familiares de las 300 víctimas mortales del terremoto ocasionado en esta ciudad italiana en abril del año 2009.

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Ante miles de asistentes que siguieron la Santa Misa, el obispo de Roma recordó el sufrimiento del pueblo de L' Aquila a causa del terremoto de abril de 2009, que costó la vida a unas 300 personas, y que para el Santo Padre se puede aprender la verdadera humildad: “Estáis tratando de levantarse y volver a ponerse de pie. Pero aquellos que han sufrido deben ser capaces de atesorar su propio sufrimiento, debe entender que en la oscuridad que experimentó también se le dio el don de comprender el dolor de los demás”, explicó durante la homilía.

Pero, ¿cómo llegó una mujer de un pueblo gallego a poder saludar el Santo Padre? Dora habló en exclusiva en ECCLESIA explicando cómo fue ese momento: “Nos llamaron desde la parroquia porque vamos cada domingo a Misa allí y los organizadores, dos o tres días antes del domingo, nos preguntaron si queríamos a la Santa Misa presidida por el Papa”.

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Dora sabía que ya no había billetes, pero los organizadores les preguntaron si estaban dispuestos “a hacer el ofertorio”. “Nos dijeron que teníamos que estar allí a las 7 de la mañana hasta las 12, y yo me preocupé un poco porque mi marido tiene algún problema de salud, pero fue él mismo que me dijo de no preocuparme”, cuenta Dora. “Fue una cosa que no nos lo esperábamos”, confiesa la mujer española residente en Italia.

Dora confiesa que fue un momento de “mucha emoción para los dos”: “Yo le pido a Dios que esté cerca de él y mira, me lo consiguió. Me emocioné mucho, es normal, pero mi marido más y en las fotos se puede ver como él está muy emocionado. Cuando nos acercó la mano y nos acarició, yo noté algo dentro de mi cuerpo”.

Para toda la ciudad de L'Aquila fue un momento histórico: “Pensar en ese día me da escalofríos. Además, el Pipo dijo al final unas palabras en nuestro dialecto y fue una gran emoción. El terremoto es algo que no se puede olvidar”.


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