El presidente de CONFER a los religiosos: “Nuestra relación con el mundo ha cambiado, pero debemos situarnos"

Jesús Diaz Sariego ha inaugrado la Asamblea General de CONFER con la invitación de "caminar hacia la misión redimensionando nuestras necesidad y respuestas ante los nuevos tiempos"

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Rostros de la luz. Este eslogan es claro y contundente. Solamente los seres humanos tenemos ‘rostro’. Cada uno y cada una tenemos nuestro propio rostro, irrepetible, único. Trasluce nuestra humanidad. La espiritualidad que nos sostiene y alimenta”. Con este mensaje a los religiosos españoles ha comenzado su discurso inaugural, Jesús Díaz Sariego OP, en la Asamblea General de CONFER que se celebra en Madrid del 23 al 25 de mayo.

“Para nosotros la luz no deja de ser un misterio. Pero la luz es un conjunto de partículas en expansión, entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la sinodalidad; de la presencia viva en comunión”.



Además, el lema "Rostros de la luz" se inspira en la experiencia bíblica de la fe. “Nos evoca las raíces y nos lanza esperanzados hacia el futuro. Nos entronca con la presencia de Dios en nuestras vidas y nos renueva en la propia vocación y carisma en el que hemos profesado”, ha expresado el dominico que ha estado acompañado de Lourdes Perramon OSR, vicepresidenta de la CONFER.

En la ceremonia de inauguración también han estado presentes el nuncio Bernardito Auza, Luis Ángel de las Heras, CMF , obispo de León y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada; José María Avendaño, obispo Auxiliar de Getafe y Jesús Miguel Zamora, FSC, secretario General de la CONFER.

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El objetivo de la Asamblea se basa en detectar algunos desafíos más importantes de las congregaciones: “Estos retos afectan, tanto a nuestra identidad como religiosos y religiosas, como a la misión a la que estamos llamados a desempeñar desde cada uno de nuestros carismas. Tenemos desafíos que afectan especialmente a la vida comunitaria, sororal y fraterna. Todas las Congregaciones experimentamos el duelo en la escasez de vocaciones, el envejecimiento y la pérdida de dinamismo comunitario. Desafíos que interpelan a nuestra identidad y a nuestra razón de ser como religiosos y religiosas para la Iglesia y para el mundo”.



Para que podamos iluminar a otros

“Debemos iluminar nuestro presente en beneficio de muchos. Este momento será especialmente importante. Es el momento en el que intentaremos consensuar una palabra común, sinodal, cargada de vitalidad y esperanza”, han expresado en un discurso proclamado a dos voces.

“Es el momento de iluminar de nuevo nuestros rostros, que resplandezcan transparentando la luz del Señor. En el alba y amaneceres que despuntan tras nuestras oscuridades, recibimos como don la luz del Resucitado. La alborada está, nace de Él, nos impulsa a ser en comunión, sumando, como vida consagrada, una luz real y esperanzada a la vez para el mundo de hoy. Lo espera la Iglesia, y lo espera nuestro mundo”.

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