Luis Argüello, arzobispo electo de Valladolid: “Solicito ser relevado como secretario general de la CEE”

Asegura que la nueva responsabilidad le insta a limitar su presencia en Madrid a partir del 30 de julio, día de su toma de posesión

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La archidiócesis de Valladolid tiene ya nuevo arzobispo, Luis Argüello, obispo auxiliar y secretario general de la CEE. En su comparecencia ese viernes con el cardenal Ricardo Blázquez, el obispo ha indicado: “El servicio realizado como secretario general de la CEE me hace valorar aun más, si cabe, la comunión entre las Iglesias y la fraternidad con todos los obispos unidos al Sucesor de Pedro. Agradezco el servicio de todas las personas que trabajan en la Conferencia y valoro sobremanera la amistad vivida con muchos de ellos, los vicesecretarios, las personas que trabajan en la Secretaría, operarias parroquiales y compañeros de Residencia. La nueva responsabilidad como arzobispo de Valladolid me insta a solicitar ser relevado como secretario general en la próxima Plenaria y a limitar mucho mi presencia en Madrid a partir del 30 de julio, día de la toma de posesión”.

Así se ha expresado acompañado del cardenal Ricardo Blázquez, quien el pasado 13 de abril cumplía 80 años. Monseñor Argüello ha expresado su deseo de impulsar la novedad apostólica que se necesita en la fidelidad a la misión recibida”.

“Le pido ahora al Señor que potencie lo bueno que hemos compartido, que perdone y restaure las heridas provocadas y que me regale la luz y fortaleza de su Espíritu para impulsar el camino de novedad apostólica que necesitamos en fidelidad a la misión recibida. Para esta misión”, ha indicado.

Además, ha recalcado que “todos –ministerio ordenado, fieles laicos y vida consagrada– somos necesarios. Cada cual ha de ofrecer la entrega de su vida vocacionada con el estilo y sensibilidad de cada persona o grupo. Unidos en lo esencial, hemos de acoger y potenciar, en la comunión de la Iglesia diocesana, lo que cada cual aporte a la mesa común y transformarlo en singular cauce misionero que haga llegar el Evangelio a hombres y mujeres en diversas situaciones y sensibilidades sociales y religiosas”.

¿Cuáles son los desafíos?

Preguntado por los desafíos, Luis Argüello ha indicado que “el gran desafío en Castilla y León, en España y en lo que llamamos Occidente es la transmisión de la fe, del anuncio de la belleza del Evangelio de Jesucristo, de la iniciación cristiana”. Además, ha concretado que cada diócesis tiene desafíos particulares, como en Valladolid: la organización territorial; los contrastes entre las ciudades y los pueblos pequeños; las parroquias pequeñas, el patrimonio, el cuidado de las personas, las nuevas urbanizaciones.

“En definitiva, son los desafíos de la fe, del anuncio del Evangelio, de la comunión y de la misión, pero no en general sino aterrizados en esta tierra nuestra en la que vivimos, que compartimos muchas situaciones no solo con España sino prácticamente con toda la sociedad europea”. Por último, ha citado la realidad vigorosa de la religiosidad popular, de la vida de cofradías, de una devoción especialmente centrada en la Semana Santa que se comparte con muchas diócesis.

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Secretario de la CEE

Preguntado específicamente por la secretaría de la CEE, Argüello ha señalado que su compromiso finalizaría en noviembre de 2023 pero que “la archidiócesis de Valladolid pide una dedicación exclusiva”.

“Quiero ser fiel a los obispos que han confiado en mí hasta noviembre seguiré siendo secretario general y portavoz”, ha expresado recordando que la elección del nuevo secretario la realiza la Asamblea Plenaria, que se reunirá en noviembre.

La vocación al matrimonio, la vocación laical y la sacerdotal

Ante la pregunta sobre la escasez de vocaciones, el obispo ha recordado que la preocupación de la Iglesia no es solo por las vocaciones sacerdotales: “Si hay una principal preocupación vocacional es la del matrimonio cristiano; si no hay familia abierta a la vida, no hay hijos, no hay transmisión de la fe, lo otro se va produciendo como consecuencia derivada”, ha expresado recalcando que “la familia y la experiencia bautismal es clave para suscitar las vocaciones”.

Por último, ha reconocido la necesidad de una “vocación laical que salga al paso, que luche por la vida, por la acogida de los migrantes, por el bien común…, pero sin el ministerio ordenado no podemos celebrar lo que nos constituye, que es la Eucaristía”.

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Intervención completa

Querido D. Ricardo, hermano y amigo, padre y pastor, muchas gracias; colaboradores en las diversas tareas de este Arzobispado, y todos quienes seguís esta comparecencia a través de los medios de comunicación, a quienes agradezco su presencia.

Me presento ante vosotros con la encomienda recién recibida de ser sucesor de los apóstoles en esta querida Iglesia diocesana de Valladolid.

Saludo a los fieles laicos y ciudadanos de Tierra de Campos y de Pinares, de las Tierras de Medina y Tordesillas; del Duero y del Esgueva; a los de Alrededores de la Ciudad y en ésta a los de Rondilla, Barrio España y San Pedro Regalado, Pilarica, Pajarillos, San Isidro, y Delicias; a los de Parquesol, Huerta del Rey, Barrio Girón y la Victoria; centro de la Ciudad, Paseo Zorrilla con el Cuatro de Marzo, la Rubia, Arturo Eyries, Covaresa y Parque Alameda. A todos y cada uno de nuestros Municipios y las más de trescientas parroquias de la Diócesis.

Saludo, con especial cercanía y afecto al presbiterio diocesano, a los diáconos permanentes y seminaristas. Vamos a vivir el don de la fraternidad sacramental para servir al Señor y edificar un pueblo sacerdotal de discípulos-misioneros.

También quiero hacer llegar este primer saludo como arzobispo electo a las monjas contemplativas, a los religiosos y toda forma de vida de especial consagración. A las Cofradías, Asociaciones, Comunidades y Movimientos. A cada familia cristiana, iglesia doméstica y en ellas a los niños y jóvenes, a los mayores y enfermos. A mi familia de la tierra y del cielo.

Somos una porción del Pueblo de Dios, el que camina en Valladolid para anunciar al pueblo vallisoletano, del que formamos parte, la buena noticia del Evangelio y ser signo e instrumento de fraternidad y amistad civil.

Fraternidad y amistad ofrecida a todos, a las autoridades locales, regionales y estatales y a todo tipo de servidores públicos. Cercanía que quiero hacer llegar de manera especial a cuantas personas viven una especial situación de soledad, sufrimiento o pobreza. La Diócesis del Corazón de Jesús ha de empeñarse en hacer palpable su amor misericordioso a todos y, de manera especial, a quienes reproducen en su vida las heridas del Traspasado.

Desde esta Archidiócesis metropolitana expreso mi comunión con todas las diócesis de la Provincia eclesiástica, y de” Iglesia en Castilla” que hago extensiva a las 11 diócesis de Castilla y de León. Tenemos muchos desafíos apostólicos compartidos y hemos de continuar buscando juntos la manera de afrontarlos desde la colegialidad episcopal y la comunión de todos quienes formamos parte de estas iglesias hermanas y cercanas. El servicio realizado como secretario general de la CEE me hace valorar aun más, si cabe, la comunión entre las Iglesias y la fraternidad con todos los Obispos unidos al Sucesor de Pedro. Agradezco el servicio de todas las personas que trabajan en la Conferencia y valoro sobremanera la amistad vivida con muchos de ellos, los Vicesecretarios, las personas que trabajan en la Secretaría, operarias parroquiales y compañeros de Residencia. La nueva responsabilidad como arzobispo de Valladolid me insta a solicitar ser relevado como secretario general en la próxima Plenaria y a limitar mucho mi presencia en Madrid a partir del 30 de julio, día de la toma de posesión.

En estas horas he pensado posibles reacciones ante este nombramiento:

Algunos diréis: “qué bien, ya nos conocemos, podemos continuar el camino”.

Otros: qué pena, precisamos un revulsivo, una novedad ante tantos desafíos, pero un obispo de la propia Diócesis puede tener condicionamientos en la experiencia vivida, en decisiones tomadas o en afectos o desafectos personales.

Otros quizá podáis decir: “vale mas lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Le pido ahora al Señor que potencie lo bueno que hemos compartido, que perdone y restaure las heridas provocadas y que me regale la luz y fortaleza de su Espíritu –veni lumen cordium– para impulsar el camino de novedad apostólica que necesitamos en fidelidad a la misión recibida. Para esta misión, todos –ministerio ordenado, fieles laicos y vida consagrada– somos necesarios. Cada cual ha de ofrecer la entrega de su vida vocacionada con el estilo y sensibilidad de cada persona o grupo. Unidos en lo esencial, hemos de acoger y potenciar, en la comunión de la Iglesia diocesana, lo que cada cual aporte a la mesa común y transformarlo en singular cauce misionero que haga llegar el Evangelio a hombres y mujeres en diversas situaciones y sensibilidades sociales y religiosas.

Hoy solo puedo prometeros que rezaré por vosotros. Rogad también por mí para que sea un pastor según el Corazón de Cristo.

Me pongo a los pies de la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra en todas las advocaciones con las que se la venera en nuestra Diócesis, pero singularmente en sus títulos de Virgen del Tovar, patrona de mi pueblo, Virgen de Lourdes, patrona de mi colegio, y Virgen de San Lorenzo, patrono de esta ciudad.

Un abrazo con la bendición del Señor.

Luis Argüello

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