Luis Argüello, sobre Jumilla: "El rechazo de las tradiciones religiosas supone renunciar a fuentes que generan 'pueblo'"
El presidente de la Conferencia Episcopal Española reflexiona sobre la moción de la localidad que prohíbe que se celebren en instalaciones deportivas municipales actos religiosos ajenos al consistorio
Un hombre de religión musulmana camina por una calle del centro de Jumilla
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, ha intervenido en el debate generado por la polémica moción aprobada en Jumilla (Murcia), que buscaba priorizar las tradiciones locales frente a celebraciones como la Fiesta del Cordero, vinculada a la comunidad musulmana. En una columna de opinión en el diario ABC, Argüello ha defendido que la libertad religiosa, amparada por la Constitución española y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es un pilar esencial de la convivencia. Además, ha advertido que marginar las tradiciones religiosas implica perder una fuente fundamental de cohesión social, necesaria para evitar que las democracias caigan en el individualismo o la manipulación.
La moción de Jumilla, impulsada por Vox y apoyada por el Partido Popular, ha sido criticada tanto por la Comisión Islámica de España como por la CEE, que la considera contraria al principio de libertad de culto. Argüello ha subrayado que la dignidad humana y el bien común deben guiar las decisiones políticas, recordando que los derechos fundamentales no son una concesión del Estado, sino un reconocimiento de una realidad previa. "La comunidad política y sus leyes deben asegurar una convivencia guiada por el bien común, respetando la libertad de conciencia, pensamiento y culto", ha afirmado.
La polarización y el uso del odio como arma política
El arzobispo ha alertado sobre el clima de polarización en el que "los sentimientos se han elevado a categoría jurídica", lo que facilita que el odio sea utilizado como herramienta para profundizar en las divisiones sociales. En este contexto, ha señalado que ciertas expresiones son tachadas de intolerantes según quién las emita, mientras que otras se justifican en nombre de la libertad. "Se puede jugar o burlar con imágenes o símbolos de un grupo en nombre de la libertad artística, pero si alguien se queja, se le acusa de tener 'la piel muy fina'", ha denunciado.
Varios hombres de origen marroquí este jueves en el barrio de Nuestra Señora de Fátima de Jumilla
Frente a esto, Argüello ha llamado a reflexionar sobre el verdadero significado de defender tradiciones y valores cristianos. "Cuando la fe no se cultiva y solo se interpreta desde ideologías, las tradiciones pueden reducirse a folclore o convertirse en herramientas de lucha por el poder", ha advertido. Para evitar esto, ha instado a volver a las fuentes del Evangelio, donde radica una propuesta ética que dignifica al ser humano.
Religión y democracia: ¿pueden coexistir?
El presidente de los obispos españoles ha cuestionado el relativismo moral que, en su opinión, debilita las democracias al priorizar al individuo "autónomo y desvinculado" sobre el sentido de comunidad. "El rechazo de las tradiciones religiosas, o su confinamiento a las sacristías, implica renunciar a fuentes que generan 'pueblo', sin el cual las democracias acaban en el callejón de la manipulación o el 'panem et circenses'", ha afirmado.
Más sobre Jumilla
En esta línea, ha destacado la necesidad de una auctoritas (autoridad moral) que evite que el poder democrático se convierta en un mero positivismo jurídico, autolegitimado sin referentes éticos. "La democracia necesita regenerarse, y para ello no puede prescindir de las raíces que dan sentido a la vida en común", ha sostenido.
Reciprocidad y libertad religiosa en el mundo global
Argüello también ha abordado la situación de los cristianos perseguidos en países de mayoría musulmana, reclamando mayor reciprocidad. "Hoy los cristianos son los creyentes más perseguidos del mundo. Sería positivo que los musulmanes que viven en España defiendan la libertad religiosa en aquellos lugares donde nuestros hermanos son discriminados", ha señalado.
Concluyó su reflexión insistiendo en que una sociedad integradora debe basarse en un "ordo amoris" (orden del amor), donde la diversidad de identidades –nacionales, religiosas o culturales– convivan sin anularse. "La Cruz nos recuerda que el amor por el otro, incluso el enemigo, es el fundamento de una convivencia verdadera", ha remarcado.
El debate sobre Jumilla, más allá de lo local, refleja así tensiones globales sobre identidad, religión y democracia, en un momento en que Europa se cuestiona cómo gestionar su herencia cristiana en sociedades cada vez más secularizadas. La postura de la CEE, alineada con la defensa de los derechos de las minorías, busca ofrecer una visión que, sin renunciar a sus principios, promueva un diálogo en favor del bien común.