Las diócesis trabajan para acoger a los temporeros de la campaña de la aceituna: "Muchos duermen en la calle"

Muchos de los temporeros, la mayoría inmigrantes, trabajan por primera vez en la recogida de la aceituna, por lo que tienen problemas para encontrar un alojamiento donde dormir

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Desde hace unas semanas, un gran número de diócesis, a través de Cáritas, se están preparando para la campaña de la aceituna que comienza estos días. El objetivo es que los temporeros que llegan a los diferentes municipios para trabajar lo hagan en condiciones dignas.

En el caso de Jaén, la mayor parte de los temporeros no tienen alojamiento. Por ello, los voluntarios de la diócesis salen a la calle a su encuentro para acogerles. Un caldo y una manta son una buena manera de acercarse a ellos y darles calor. Después, les informan de dónde encontrar trabajo, dónde comer o dónde acceder para el aseo personal.

“Ya llevamos bastantes semanas preparando la llegada de temporeros a nuestra tierra para recoger la aceituna. Tenemos un trabajo en red muy importante, en la que con coordinación con ayuntamientos, albergues, y otras asociaciones como Cruz Roja tratamos que esté todo a punto. Hacemos un acompañamiento de la gente que va llegando”, ha explicado en Aleluya el delegado de Migraciones de la diócesis de Jaén, Jesús Castro.

Castro ha informado que la afluencia de temporeros va en aumento, aunque de una manera progresiva respecto al año anterior, cuando las limitaciones de aforo y las restricciones derivadas de la pandemia hacía que la situación de miles de personas fuera desesperada.

“No está siendo tan de golpe como el año pasado, cuando las situaciones fueron dramáticas. Este año es más paulatino, por lo que los recursos son eficaces a la hora de acoger las pernoctas, la cuestión sanitaria, las vacunas, etc. En este sentido estamos sin emergencia pero hay gente en calle la calle y el equipo lo está detectando con dispositivos de noche”, apunta.

Como es habitual, la inmensa mayoría de los recogedores de la aceituna son inmigrantes, ya que la población española ha ido progresivamente abandonando el campo, a lo que se suma el envejecimiento demográfico: “Las personas migrantes que vienen son esenciales para que el medio rural siga adelante”.

Asimismo, la situación en la que llegan a Jaén varía: “Hay quienes llevan muchos años viniendo y contactan con el empresario que les informa y les tienen preparado un cortijo. Otros vienen a la aventura. Los más recientes no dominan el idioma y están a expensas de otros compañeros y son más vulnerables”, afirma el delegado de Migraciones de la diócesis de Jaén.

Sobre la responsabilidad del empresariado a la hora de dotar de dignidad los trabajos de los temporeros, Jesús Castro apunta que la concienciación va en aumento, aunque queda mucho trabajo por hacer al respecto: “Le dan derechos básicos y justos como un salario digno, pero en la vivienda hay mucho que avanzar porque muchos empresarios no se encargan de ello”.

Además, la población autóctona de los diferentes municipios “son reacios a alquilarles un piso por una cuestión racista, porque al ser inmigrante y solo estar unos meses, no se fían. A través de Cáritas y otras instituciones tratamos de sensibilizar a la población y a los empresarios para que esas barreras discriminatorias se rompan y haya una relación de confianza”.

“Cada año hay gente que termina pernoctando en calle en su primera llegada y también se dan poblaciones donde hay hacinamientos de pisos porque no quieren alquilarles otras viviendas los vecinos. Esto genera sufrimiento entre los temporeros”, lamenta Jesús Castro.

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