Conoce al sacerdote Joaquín Hernández, encargado de acompañar a los espectadores de TRECE esta Semana Santa

Desde el Lunes Santo hasta el Sábado Santo, reflexionará a través de las 'Meditación de Semana Santa'

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Con más de 43.000 seguidores, el sacerdote madrileño Joaquín Hernández, @joaquinconp en Instagram, promociona «contenido para crecer» a través de reels diarios (pequeños vídeos) con los que acompañar a los más jóvenes, a través de su lenguaje, «en el lugar donde ellos están».

Desde el Lunes Santo hasta el Sábado Santo, ofrecerá en TRECE las “Meditación de Semana Santa”, el espacio con el que la cadena invita a la audiencia a prepararse para estos días.




Compartir la fe en las RRSS, servirse de Internet para salir al encuentro del otro, crear comunidades sin límites de fronteras, llevar la oración a lugares remotos o solitarios…son respuestas que parecen responder sí rotundo a la pregunta.

¿Se puede expresar la fe en las redes sociales? El párroco de San Clemente Romano de Madrid es rotundo: "En las redes sociales no se vive, sino que deben ser un reflejo de lo que son nuestras vidas. Por eso, se trata de que en un sitio donde estás, también expreses lo que eres, también tu fe".

— ¿Cómo surge esta manera de acompañar a los jóvenes?

— Pues llegó un momento en que yo no encontraba ningún sentido a permanecer en redes. El planteamiento fue: si yo me quedo, será para poder ayudar a la gente. Y si para estar con ellos tengo que usar su lenguaje en los espacios donde ellos comparten, adelante. Entonces descubrí, que por fin, estar en esta red social tenía un sentido.

— Las incursiones de «lo católico» en Internet no se limitan a información o formación. ¿Cuáles son los retos?

— Un gran reto que tiene la Iglesia es darnos cuenta de que las RRSS no son un medio para llegar a la gente, sino un lugar donde está la gente. Y si es el lugar donde está la gente, tenemos que estar ahí. No vale con asomarse, hay que permanecer. He recibido mensajes con auténticos dramas y dudas existenciales. Las personas necesitan expresarse y no siempre sienten cercanos a los sacerdotes porque no los tienen cerca. A mí me sigue un porcentaje muy alto de gente que no va a la Iglesia.

Por eso, busco acercarme a esa gente. No doy formación, hay otras cuentas muy buenas que la dan. Yo lanzo mensajes a través de un lenguaje sencillo, que llega a personas que llevan mucho tiempo alejadas de la Iglesia. Son contenidos que acompañan al día a día y que ayudan a «crecer» para que después, dé su fruto.

— Progresivamente han surgido propuestas y experiencias para vivir la fe en lo digital. ¿Es real esa fe?

— Decir que en las RRSS se puede evangelizar es arriesgado, porque la evangelización es todo un camino. Lo que tenemos que conseguir es formar parte de ese recorrido de evangelización.

Es muy bonito ver cómo desde Instagram estoy invitando a gente a escuchar mi podcast semanal, mucho más profundo que los vídeos diarios, y de ahí, a venir a mi parroquia donde descubren una comunidad con la que compartir. Entonces es cuando se muestra que esa fe es real, muy real.

— El camino de apertura de la Iglesia a estas y otras experiencias de fe ligadas a la cultura digital no ha sido fácil. ¿También hay peligros?

— Allí donde te metes siempre hay peligros. El peligro es quedarse fuera por miedo a que hay peligro. Me explico: Quedarse fuera de la cultura que vivimos sí es un peligro. Sabiendo que no todos estamos llamados a entrar dentro, el Señor da luces y lugares a cada uno.

¿Cuándo ha tenido miedo la Iglesia? Hay que lanzarse y pensar que no importa que nos lo planteemos como un desafío o no, porque va a ocurrir. Los laicos católicos están ahí y es imparable. Hay una corriente imparable de católicos y jóvenes católicos que lanzan cuentas y perfiles en los que hablan de Dios sin miedos y en un lenguaje que los jóvenes entienden.

— ¿Estamos, poco a poco, venciendo esos miedos?

La misma pandemia nos ha impulsado a esto. Además de la gran creatividad pastoral que floreció a través de misas, oraciones y encuentros a través de la red, hemos ido venciendo esa «verguenza» que nos da a los católicos hablar de lo que somos.

Cada vez hay más perfiles de jóvenes que hablan de la castidad, del noviazgo, de lo que nos gusta y lo que no, y que rompe ese telón blindado que a veces impide al católico reconocerse como tal. Es curioso ver cómo todos los jóvenes muestran su forma de vivir sin tapujos, sin miedos, sin reservas. Sin embargo, nosotros tenemos miedo, pensamos en el qué dirán y no publicamos todo aquello que nos hace mucho bien. Parece que, en España, tenemos que ir pidiendo perdón, y más en RRSS, y yo creo que en eso, poco a poco, estamos ganando mucho.


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