Cáritas denuncia los efectos devastadores de la pandemia: "La mitad de la población vulnerable está deprimida"

La ONG ha publicado un informe que revela que solo el 23% de las familias atendidas han logrado mantener el empleo durante la crisis sanitaria: "Repensemos la vieja normalidad"

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El coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas, Raúl Flores, ha dado las claves del estudio 'Del tsunami al mar de fondo: salud mental y protección social', donde ha remarcado que la covid-19 “ha sido como una ola gigante, un tsunami que ha pasado por encima de toda la sociedad, pero que, al analizar las condiciones de vida de las personas a las que acompañamos desde Cáritas, que representan a las familias más vulnerables de nuestra sociedad, pone en evidencia que estas son, una vez más, las grandes perdedoras de esta crisis”.

La diagnosis realizada por el equipo de Estudios de Cáritas confirma los importantes efectos laborales, económicos, educativos, relacionales y de salud que están soportando las capas sociales más vulnerables. El foco se dirige, especialmente, al impacto sobre el acceso al empleo, los ingresos, la vivienda y la salud de las familias en situación más débil.

Con relación al empleo, al analizar desde el periodo pre-crisis hasta el momento actual, se observa cómo la tasa de paro es más del triple entre la población atendida por Cáritas que en el conjunto de la población. De hecho, entre las personas de referencia de las familias acompañadas por Cáritas, sólo el 23% han logrado mantener su empleo durante todos estos meses, el 57% han entrado y salido del mercado laboral alternando momentos de empleo con fases de desempleo (un hecho cotidiano más allá del contexto actual de crisis) y, lo más preocupante, el 20% para quienes la posibilidad de lograr un empleo siempre ha estado lejos. Son más de 95.000 personas acompañadas por Cáritas las que, al margen de la situación y el contexto económico, nunca logran acceder a un empleo.

Otra realidad analizada es la de los ingresos dignos, una línea de flotabilidad muy difícil de lograr para muchas familias. Según los datos del ORS, cerca de 315.000 personas (21%) acompañadas por Cáritas viven en hogares que en ninguno de los meses en los que han sido consultados, ni antes de la pandemia ni a lo largo de la misma, han conseguido unos ingresos que les permitiera salir de situaciones de pobreza.

Por otro lado, alrededor de 26.000 personas (14%) viven en hogares que antes de la crisis no vivían en situación de pobreza y ahora sí lo están. Se trata de un grupo que puede ser definido como uno de los grandes perdedores o damnificados de esta crisis, familias que han perdido sus ingresos y se ven ahora ante el abismo de la pobreza.

Además, la presencia de menores de edad en el hogar se muestra como un factor diferencial: la tasa promedio del 47% de pobreza se eleva al 55% en los hogares donde viven menores, una realidad que afecta al 59% de los hogares monoparentales y al 81% de las familias numerosas.

La vivienda es otro de los grandes problemas agudizados con la pandemia. Desde que comenzara esta crisis una de cada cinco familias atendidas por Cáritas ha cambiado de vivienda. Entre las múltiples causas que alegan para ese cambio destaca que un 50% que afirman haberlo hecho porque no podían seguir pagando la vivienda en la que residían. Es preocupante que, a pesar de los esfuerzos económicos que realizan las familias, aún haya más de 220.000 familias (45,8%), que no pueden hacer frente a los gastos de suministros básicos de agua, energía o internet.

El informe analiza, además, la importancia de otras dimensiones radicalmente importantes para la vida y para el bienestar que afloran en estos momentos, que tienen que ver con las percepciones, las preocupaciones, la salud mental y las redes de apoyo.

Las percepciones. Si para 9 de cada 10 residentes en España la percepción mayoritaria de que la situación económica del país actualmente es mala o muy mala, entre las familias vulnerables la percepción es que ese golpe no ha sido tan grave y un 26% incluso califican la situación económica de España como buena. Para ellas, los cambios económicos del contexto no suponen un impacto tan grave, dada su precaria situación de partida.

En el caso de la población más vulnerable, está preocupada por su trabajo y economía personal (52%), por su estado anímico (20%) y por la posible pérdida de empleo (12%), en caso de haberlo. Esto contrasta con las preocupaciones del conjunto de la población, más atenta a las restricciones derivadas del control de la COVID, como la distancia con los seres queridos (39%), las restricciones de movimientos (38%) o los confinamientos (18%). Es decir, dos líneas de preocupación diferenciales, capacidad económica y estado de ánimo, frente a libertad de movimiento y estar cerca de los seres queridos.

Cuidado de la salud. Llevamos 15 meses soportando unas condiciones vitales que han impactado en la salud mental de toda la población, pero de manera muy especial a la población vulnerable. Casi la mitad de la población vulnerable se ha sentido estresada, preocupada y sin control sobre esas preocupaciones, triste y deprimida. La mitad de la población en situación de exclusión tiene miedo a perder su trabajo y tres de cada cuatro familias temen perder o ver mermados sus ingresos.

Asimismo, desde que comenzó la pandemia el 40% de las personas vulnerables han sufrido uno o más ataques de ansiedad o pánico, 2,5 veces más que en la población general, y sus niveles de estrés, preocupación y tristeza se duplican respecto al conjunto de la población en España. La pobreza, por tanto, no solo impacta en las condiciones de vida materiales, sino también en la salud integral y en el bienestar emocional.

Redes de apoyo. Un elemento importante para paliar las situaciones de pobreza económica o de pérdida de salud mental son las redes de apoyo, tanto materiales como emocionales. Para la población atendida por Cáritas, esas redes relacionales cada vez tienen menor capacidad de ayuda: el 14% de la población atendida por Cáritas no cuentan con ningún tipo de apoyo ni para su soporte emocional o de cuidado, ni en la esfera más material (préstamo de dinero o apoyo en la búsqueda de empleo), ni en el asesoramiento a la hora de realizar trámites o gestiones. Este porcentaje se duplica, alcanzado casi el 28%, para quienes sufren situaciones de pobreza económica.




No abandonar a nadie a la deriva

“Se habla de “vuelta a la normalidad”, señala Raul Flores, pero "quizá debamos empezar por repensar esa normalidad y plantear que lo que tenemos delante es una oportunidad de crear un escenario diferente, de construir una normalidad que difiera en algunos puntos sustanciales de lo que conocíamos y donde los derechos humanos sean garantizados de forma eficaz para todas las personas”.

Para ello, “es necesario que las políticas sociales sean integrales, que pongan en el centro de a las personas y sus derechos”. En concreto, desde el ORS de Cáritas lanzan las propuestas de:

- Reivindicar, proteger y desarrollar: el derecho a un trabajo digno,

- Derecho a la vivienda y el derecho a la energía y al agua,

- Derecho a un sistema de garantía de rentas que proteja,

- Derecho a lo digital

- Derecho a la salud mental, con especial atención a quienes más han sufrido esta crisis, lo que pasa por el cuidado mutuo y el aprendizaje de que la salud mental no es solo individual, sino social.

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