La fe, encuentro personal con Cristo y conversión

La fe, encuentro personal con Cristo y conversión

Agencia SIC

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Mons. Vicente Jiménez Queridos diocesanos:

La fe cristiana no es sólo una doctrina, una sabiduría, un conjunto de normas morales, una tradición, una costumbre social. La fe cristiana es un encuentro vivo, personal y real con Jesucristo. La finalidad de toda evangelización es la realización de ese encuentro, al mismo tiempo personal y comunitario. Como ha afirmado el Papa Benedicto XVI. "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Deus caritas est, n. 1).

El encuentro personal con Jesús, gracias a su Espíritu, es el gran don de Padre a los hombres. Es un encuentro, al cual nos prepara la acción de su gracia en nosotros. Es un encuentro, en el cual nos sentimos atraídos, y que mientras nos atrae nos transfigura, introduciéndonos en dimensiones nuevas de nuestra identidad, haciéndonos partícipes de la vida divina (cfr. 2 Pe 1, 4). Es un encuentro, que no deja nada como era antes, sino que asume la forma de metanoia, es decir, de conversión, como Jesús mismo pide con fuerza, al comienzo de su predicación: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15).

La fe como encuentro con la persona de Cristo tiene la forma de la relación con Él, de la memoria de Él, en particular en la Eucaristía y en la Palabra de Dios, y crea en nosotros la mentalidad de Cristo, en la gracia del Espíritu; una mentalidad que nos hace reconocernos como hermanos, congregados por el Espíritu en su Iglesia, para ser luego testigos y anunciadores del Evangelio. Es un encuentro que nos hace capaces de hacer cosas nuevas y de dar testimonio, gracias a las obras de conversión anunciadas por los profetas (cfr. Jr 3, 66 ss;Ez 36, 24-36), de la transformación de nuestra vida.

La fe no es una ideología. Es aceptar personalmente a Cristo. Es necesario creer con el corazón. "Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación" (Rom 10, 10). "El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia, que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo" (Benedicto XVI, Porta fidei, n. 10).

La fe, además de ser una adhesión personal al Señor, es un acto comunitario. Todo "creo" debe también significar "creemos". "Creo": Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en el bautismo. "Creemos": Es la fe de la Iglesia confesada por los Obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo" es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir. "creo", "creemos" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 167).

En nuestros ambientes, la fe no siempre puede darse por supuesta. Lo advertía muy bien el Papa Benedicto XVI, en la convocatoria del Año de la fe: "Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y prácticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que así sea en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas" (Porta fidei, n. 12).

Ante esta situación, es necesario que los creyentes activemos nuestra experiencia de fe: una fe que no sólo sea capaz de sostener nuestra vida de cristianos, sino que pueda ser propuesta a los que buscan sentido y compañía en su vida. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver al entusiasmo de comunicar la fe. La lectura y aplicación de la exhortación apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium es todo un programa, que debe inspirar la acción pastoral de nuestra Iglesia Diocesana de Zaragoza. Esto es lo que pretendemos para los próximos años en el nuevo Plan Diocesano de Pastoral.

Con mi afecto y bendición,

+ Vicente Jiménez Zamora

Arzobispo de Zaragoza

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