Miedo, tensión, subidón de adrenalina y un suspiro profundo de tranquilidad tras el gran susto, son algunas de las emociones que experimentamos cada vez que nos acercamos a la gran pantalla para disfrutar de una película de terror. Un género que presenta tanto amantes como detractores que no entienden que una persona pueda pasar un buen rato conteniendo la respiración y agarrándose a su acompañante durante 120 minutos.

Dentro del cine de miedo encontramos desde el suspense de Hitchcock, a las adaptaciones de Stephen King o el viaje por el mundo paranormal de Expediente Warren. Cada una, a través de sus guiones, nos trasladan a una montaña rusa emocional en la que terminamos por cerrar los ojos, gritar o reír por el susto sufrido con un simple portazo o el crujir de una ventana. Emociones que experimentados porque terminamos proyectándonos en la propia película, como si fuéramos un protagonista más de la cinta. Por ese motivo es normal que, para muchas personas, sea completamente incomprensible pensar que alguien pueda pagar por pasar un ‘mal rato’ de manera consciente.

Y es en este punto, para dar respuesta a esa pregunta, por la que en ‘Invitadas Indiscretas’ hemos querido recurrir a la ayuda profesional de la psicóloga Teresa Barrera, para tratar de entender los motivos por los que, gran parte de la sociedad disfruta con una película de miedo. Si lo piensas racionalmente, no hay nada que justifique que queramos sufrir o que califiquemos como mala una película de terror porque sus sustos no nos hicieron saltar del asiento de la sala, pero la realidad es que, sin ese sentimiento de angustia, valoramos la experiencia como una pérdida del dinero o tiempo invertido.

Si quieres conocer los motivos que nos llevan a querer sentir miedo y cuáles son algunas de las mejores películas de terror de la historia, no lo dudes, y responde a la llamada semanal de ‘Invitadas Indiscretas’.