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La vida de 2 de los asesinos más crueles de España y una enfermedad letal sin investigación, en 'Imparables'

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Pronunciar el nombre de Alfredo Galán quizá no genere ningún tipo de reacción en la mayoría de los ciudadanos. Tal vez sí en los menos olvidadizos. Pero si decimos ‘el asesino de la baraja’, posiblemente tu mente reavive su recuerdo.

En el año 2003 acabó con la vida de un total de seis personas. Otras tres lograron escapar de sus garras. Sus víctimas eran seleccionadas por él al azar. Las asesinó a sangre fría con una pistola Tokarev TT-33 que se trajo a España de su paso como militar por Bosnia. Tras cada crimen, depositaba junto al cadáver un naipe. De ahí su nombre. Durante meses, sembró el terror en Madrid, donde cometió todos sus asesinatos.

Se entregó finalmente el 3 de julio de 2003 en la comisaría de Puertollano, su ciudad natal. Dos años más tarde fue condenado a 142 años de prisión. Se estima que le queda una década entre rejas. Tres lustros después, la que fue su abogada durante el proceso, Helena Echeverri, mantiene contacto con él y su familia: “Mantengo relación con su padre. Hace tiempo que Alfredo ni me escribe ni me habla, porque de momento no precisa de mis servicios”.

No obstante, la letrada ha explicado en ‘Imparables’ que su defendido se ha adaptado bien a su vida en prisión: “Tiene amigos dentro, y llena sus días haciendo muchas actividades. Desde que ingresó ha tenido un comportamiento intachable, lo cual es difícil, porque al estar en prisión, estás rodeado de personas problemáticas. Pero en quince años no ha tenido ningún parte o sanción”.

Actualmente, ‘el asesino de la baraja’ ronda los cuarenta años. Esta década y media también la ha aprovechado para reciclarse: “Le gusta mucho leer y estudiar. Se está formando. No solo ve las horas pasar”, comenta Echeverri.

El abogado de Joan Vila, asesino de once ancianos, cuenta la vida de su defendido en prisión

Hubo un tiempo en el que los coches fúnebres salían de manera habitual de la residencia geriátrica La Caritat de Gerona. Su responsable no fueron las enfermedades propias de la vejez o un virus letal. El causante no fue otro que el celador de la residencia, Joan Vila, considerado a día de hoy como el mayor asesino en serie español en lo que llevamos de siglo XXI, y más conocido socialmente como ‘el celador de Olot’.

Paquita Gironés, Sabina Masllorens, Montserrat Guillamet. Montserrat Canalies, Joan Canal, Lluis Salleras, Carme Vilanova, Isidra García, Teresa Puig, Rosa Babures y Francisca Matilde Fiol fueron sus once víctimas, a las que envenenó entre agosto de 2009 y octubre de 2010. A algunas les administró una sobredosis de insulina; a otros, un cóctel de pastillas, a tres mujeres las abrasó con líquido desincrustante.

Joan fue descubierto por casualidad, cuando el médico forense se negó a certificar la muerte natural de la última víctima, y avisó a los Mossos. Los investigadores comenzaron a interrogar a todos los empleados de la residencia de La Caritat, pero cuando se toparon con Joan Vila, él contó toda la verdad.

Vila permanece en la prisión de Figueres. Fue condenado en 2013 a 127 años de cárcel. Su abogado defensor, Carles Monguilod, mantiene relación semanal con su cliente: “Habitualmente le veo. Está muy integrado en la vida penitenciaria. Se adaptó pronto a la realidad que le tocó vivir. Ahora es el responsable de la biblioteca de la cárcel. Está estudiando también y participa en todas las actividades. Lleva una vida bastante intensa dentro”.

Gliomatosis cerebri, el tumor cerebral letal que acabó con la vida de Izas

El cáncer durante la niñez es un drama. Si hablamos de tumores cerebrales más si cabe, ya que aquellos que logran sobrevivir, suelen arrastrar secuelas de por vida. En esta edición de ‘Imparables’ nos vamos a centrar en un tipo de cáncer cerebral raro, pero realmente letal, para el que no existe cura ni apenas conocimiento. Se denomina gliomatosis cerebri.

Una enfermedad que progresa rápidamente, por lo que son pocos los que sobreviven al tumor a medio plazo. Diferentes estrategias de tratamiento como la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia han demostrado ser ineficaces.

La hija de Mónica, Izas, padeció gliomatosis cerebri en 2012, a la edad de tres años. Apenas duró unas semanas. Por ello, ahora su madre lidera la asociación ‘Izas, la princesa guisante’, que nació con el propósito de promover la investigación, informar a la comunidad médica, a las familias y a la sociedad de este cáncer de terribles consecuencias. Por su rareza no ha sido nunca objeto de estudio. Ni siquiera se sabe el número de niños afectados.

“Es una enfermedad de rápido avance con diferentes síntomas. En el caso de Izas, lo primero que nos sorprendió es que era una niña completamente zurda, y un día su padre se dio cuenta de que comía con la mano derecha perfectamente. La notábamos cansada. Pensábamos que era el virus de los tres años. La llevamos al médico. Cuando entramos en la consulta del pediatra mi hija lo hizo andando. A la salida, caía al suelo".

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