Los estados australianos de Victoria y Nueva Gales del Sur comienzan desde esta noche un nuevo confinamiento. Según ha informado el primer ministro del estado de Victoria, Daniel Andrews, los habitantes de estas áreas tienen por delante seis semanas de encierro durante las cuales solo podrán salir de casa para trabajar o estudiar, hacer compras esenciales, recibir atención médica o realizar ejercicio básico.

La situación a la que se enfrentan no ha generado el pánico del primer aislamiento, porque ya han vivido la experiencia. Pero tienen claro que supone un retroceso en la lucha contra la Covid-19.

Ulises Izquierdo, periodista, lleva dos años viviendo en Melbourne (capital del estado de Victoria). Nos atiende desde un restaurante, que aprovecha la última noche que puede abrir para hacer caja. El valenciano nos cuenta que el ambiente es de resignación, ya han pasado por otro confinamiento y no se esperaban otro tan largo.

El periodista no ha podido celebrar su cumpleaños con la familia, y nos cuenta: "Tenía que estar ahora volviendo de España,pero se canceló porque con la visa temporal podía salir pero no podía volver a Australia. Con suerte, en Navidad podemos ir a visitar".

El brote en la ciudad australiana se ha producido por un fallo de seguridad en el protocolo de infección de los hoteles. Dice Izquierdo que algunos emigrantes retornados que se alojaban en ellos contagiaron a agentes de seguridad, que a su vez han extendido el virus por la comunidad. Entre las medidas tomadas no está el uso obligatorio de mascarilla, que solo se ha recomendado para visitas en hospitales y trabajadores en primera línea.